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Ontologicamente, este sitio sólo pretende compartir los trabajos filosóficos, artísticos, educativos, etc. de los Discípulos De Diógenes, un grupito de amantes de la filosofía que desde un remoto lugar del universo, que podría ser su centro, comparten las profundidades más oscuras de su ser con todo aquel lector que así lo desease.
Nacidos en el profesorado de Filosofía del Instituto de Formación Docente y Continua Nº5 "José Eugenio Tello" y guiádos por la sabiduría del espíritu inmortal de Inocencia (nuestra portera que merece el rango de Directora) ofrecemos a corazón abierto nuestras escazas producciones intelectuales. Esperamos sean de su provecho.

¿Quién era Diógenes?

Diógenes es un personaje muy particular dentro de la Historia de la Filosofía: vivía en un barril (como el chavo) y aseguraba que no necesitaba practicamente nada para ser feliz, puesto que era un militante de la desmaterialización de la vida humana.
Fué discípulo de Sócrates y su estilo de vida constituía una burla a las costumbres de la sociedad de su época.
Su estilo vagabundo y picarezco lo inmortalizó como uno de los pensadores más emblemáticos del Cinismo Filosófico.

¿Porqué ser un Discípulo de Diógenes?

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lunes, 12 de enero de 2009

Entrevista a un Muralista

RODOLFO CAMPODONICO, MURALISTA, DISCIPULO DE CARPANI Y SOBREVIVIENTE DEL GRUPO ESPARTACO

“La pintura tiene que ser un diálogo entre la anécdota, el pintor y el espectador”

Pintó murales con temas sociales y políticos en pueblos de todo el país. Por la mayoría de ellos, él y sus compañeros cobraban apenas los viáticos y la comida. “Para ser muralista hay que ser valiente”, le dijo el mexicano David Alfaro Siqueiros.
Por Andrew Graham-Yooll

–¿Cómo describiría la pintura pública que se ve ahora? ¿Tiene un nombre, hay adjetivos...?
–Resulta difícil. Me parece feo calificar.
–Bueno, para eso vamos a hacer la entrevista, para ver cómo sí calificamos.
–Está bien. El problema está en que la pintura que se hace ahora no sólo no la entiendo, sino que no me dice nada. Desde que empecé a pintar, y para la gente que yo admiro, la pintura siempre fue un vehículo de comunicación, un elemento transmisor. Tiene que ser un diálogo entre la anécdota, el pintor y el espectador. También tiene que ser para todo el pueblo, todas las personas. No se debería tener que ser un perito en pintura para que una pintura lo llene a uno o no. Lo que yo veo en la pintura actual a mí no me dice nada, hay demasiada abstracción, demasiadas líneas. No la niego, no soy un necio. Pero no me llega, no me transmite nada. Voy a una exposición, la miro, y salgo como si no hubiese visto nada.
–¿Pero entonces qué me va a decir, siguiendo en esa línea, de los grandes abstractos?
–Ellos sabían lo que hacían. Lo que veo acá y ahora es que la mayoría parecen improvisados, no hay una sapiencia, no hay una composición. Por ejemplo, exagero, hay gente que copia a (Edvard) Munch (no-ruego, 1863-1944), o intenta hacer lo que Munch como si lo inventaran de nuevo, pero uno se da cuenta de que la originalidad es de otro. A mí me sucedió cuando empecé en el muralismo, que había que buscar de dónde venía la originalidad. Mi “papá” era Ricardo Carpani (1939-1997). Estaba autorizado a ir a su estudio, en la calle Piedras, cada 15 días. Era igual con Pascual Di Bianco (1930-1978), otro de los nueve artistas que fundaron el grupo Espartaco, en 1959. Para los que corren el riesgo de olvidar, Espartaco ostentaba posiciones combativas en el arte. Esto se vio en una muestra de rescate en la Universidad Nacional de Tres de Febrero en agosto de 2004. Carpani y el grupo metieron el arte en los sindicatos, en la calle, lo instalaron en las fábricas. Ese movimiento tenía parte de sus orígenes en el trotskismo y en una actitud combativa. El hecho de haber sido tan politizado en su época puede llevar a la marginación porque se lo puede ver como un producto de un momento en la política. El rescate de ese recuerdo es también la recuperación de la identidad en el arte. Espartaco fue disuelto por sus miembros en 1968, justamente porque no querían que su arte, su identidad, se sumiera en la comercialización que demanda el mercado. Lo especial de Espartaco, entre otras cosas, es mirar de dónde venía. Las influencias las traían del ecuatoriano Guayasamín, de los mexicanos Orozco, Rivera y Tamayo. Bueno, yo iba al taller de la calle Piedras y Ricardo Carpani me corregía mis trabajos. Era muy severo: “Esto sí. Esto no resulta, fijate, compará”. Fui creciendo, me independicé, pero seguimos compartiendo y haciendo cosas juntos hasta que murió. Perdí el contacto con el arte en cierto modo. Murió mi hijo, hubo un “crack” en mi vida y me metí para adentro. Ahora, para sacarme de acá, tiene que venir la Guardia de Infantería. Por lo general no me interesa. Mis amigos me obligan cada tanto y nos encontramos para comer un puchero o algo así. Hay un boliche acá cerca que le recomiendo, barato, buena comida. Es La Cañada, a una cuadra de acá.
–Hábleme un poco de su relación con Ricardo Carpani.
–Para Ricardo yo siempre fui “Nene”, y nunca dejé de ser “Nene”. Cuando salíamos a pintar yo era el pinche de Ricardo. Me gritaba: “Nene, alcanzame tal cosa”. Así fue el trato siempre. Yo lo conocí cuando tenía 17 años o algo así, y decidí que quería pintar. Carpani era del ’30 y yo soy del ’38. De grandes parece poco, pero cuando yo tenía 20 y él 28 años, la diferencia se sentía enorme. Además yo le tenía un profundo respeto. Con el tiempo lo quise enormemente. El se divertía conmigo, me amenazaba, “No me afanes la pintura”, esas cosas. Cuando empecé a pintar sentía una influencia notoria de Ricardo. Era a propósito, yo la había buscado. No la quería esconder. La gente me decía: “Tenés la línea de Carpani”, y para mí era motivo de orgullo. En una exposición que hice alguien me criticó. Carpani reaccionó mal, le dijo a la persona: “Pedazo de pelotudo, de qué estás hablando, para saber esto, aunque vos andes criticando, hay que saber dibujar y hay que saber pintar”. Y lo sacó a los gritos. Cuando se enchinchaba era bastante intempestivo. Jamás falló a una muestra mía cuando estaba en el país. Y cuando yo hacía algo a lo que podía incorporar a Carpani, lo hacía. No trabajé con él. Alguna vez les daba fondos a sus murales, cosas así. Era muy particular en su forma de trabajar la materia y yo le tenía mucho respeto, aparte del afecto, y tenía mucho miedo de hacer macanas. Después y durante mucho tiempo él iba a sus trabajos con su esposa, Doris, y ella hacía la labor esa de darles fondo a los murales. Carpani era muy esquemático en la preparación. Llevaba todo muy planeado en sus papeles. Tenía hecha la plantilla, la calcaba, después la ribeteaba, cosa que yo sigo haciendo, no sé por qué. Dibujo la guarda con cuidado. Lo importante era el dibujo, por lo que había que dibujarle la línea con cuidado. Para mí era un orgullo seguir sus pasos.
–¿Hubo otros grupos después de Espartaco?
–Hicimos varios encuentros de muralistas que siguieron a la época de Espartaco, que se comenzó a disolver en los años del general Onganía. Algunos se fueron del país, Carlos Sessano (1935) se fue a París. Después hubo reuniones, pero ya no como Espartaco. Cuando los grandes se dispersan, se van, nos quedamos medio desamparados. Quedamos un grupo que seguimos, no tanto con la ideología, pero sí con los lineamientos de afinidad política en la temática social de Espartaco. Yo formé un grupo, para seguir la tradición del muralismo, que es lo que entendíamos como pintura popular, la pintura con mensaje y compromiso. Esa había sido la línea del arte de Carpani. Hay que recordar que el que llevó el arte popular y combativo a la calle en esos tiempos fue Ricardo, cuando la CGT, encabezada por el dirigente José Alonso (1917-1970) lanzó el plan de lucha contra el gobierno de Arturo Illia, que Alonso llamaba “el más débil e hipócrita de la historia argentina”. José Alonso es elegido secretario general en 1963 y enseguida lanzó la protesta por la desaparición del metalúrgico Felipe Vallese (1940-1962), fue el primer detenido desaparecido del país, a raíz de su secuestro en agosto de 1962. Carpani hizo los dibujos de la cara de Vallese para los afiches de la CGT y luego las otras que formaron parte del plan de lucha. Después llevó su arte a la CGT de los Argentinos, que dirigía Raimundo Ongaro.
–¿Como era esa temática social que siguió a Espartaco?
–Fue como grupo Greda, como la greda que sale de la tierra. Así nos llamamos. Bajamos la cabeza un poco. El gobierno era militar, Onganía siguió dos años más, luego vinieron Levingston y Lanusse. Lo cierto es que si no bajábamos el tono los intendentes que nos apoyaban en algunas ciudades se borraban. Nos dijeron “murales sí, temas sociales también, pero poco y nada de política”. El comentario más frecuente era: “No, esto no, muchachos, ustedes nos quieren hacer rajar”. Lo social quedó, implícito más que explícito. Una de las cosas importantes que hicimos fueron las ilustraciones basadas en Los vengadores de la Patagonia trágica, de Osvaldo Bayer, que por entonces trabajaba en Clarín, y yo también. Fui diagramador durante tres años. Osvaldo era subsecretario de redacción o qué sé yo. Tengo acá un cuadro de aquella época. Obviamente, Bayer nos escribió el catálogo. Queríamos hacer una serie de pinturas sobre los anarquistas. Compartía con Bayer una fascinación por los “anarcos”, pero no llegamos a concretar nada. El compromiso social estaba. El obrero estaba siempre en nuestra pintura, también el trabajador del campo, la lucha social siempre estaba. Una vez, en Mar del Plata, hicimos un encuentro de muralistas, éramos unos 25, y preparamos un mural del Che Guevara. Enseguida vino la cana y nos hizo pelota todo. No hubo detenidos. Lo bueno era que, aunque nosotros actuábamos con timidez, a la gente le gustaba. Se acercaba. Entonces a partir de ahí hacíamos docencia con el muralismo, para que la gente entendiera y disfrutara de la pintura y los temas. Había una comunicación espiritual y afectiva con el tema para alcanzar el contacto que buscábamos.
–Debemos suponer que esa docencia temprana dio buen fruto. Nunca he visto tantos murales en las calles de Buenos Aires, y de ciudades del interior como ahora.
–Sí, pero es otra cosa, son otros tiempos. Para 1976 el grupo Greda ya se había disuelto en gran medida (si bien algunas exposiciones se hicieron después). Las publicaciones muy elementales, a mimeógrafo, se abandonaron. Trabajamos hasta poco antes del golpe. Los que quedamos éramos los tres Espartaco y los tres Greda, y así salimos a buscar trabajo. El que organizaba las salidas, el que mangueaba plata, era yo. Había que convencer a intendentes, a directores de cultura, de que pusieran unos pesos para hacer un mural. Cuando empezó la democracia, en 1983, fui nombrado director de cultura en Guaminí, cerca de Trenque Lauquen. Yo empecé a hacer arte público de nuevo. El partido no tenía escudo. Llamé a concurso para hacer el escudo, pero también para hacer murales. Convocamos a mucha gente. Y otra vez me junté con los muralistas. A partir de ahí empezamos a trabajar por las ciudades de provincia. Habremos trabajado en diez o doce ciudades. Estuvimos en Bolívar, en Benito Juárez, y otros lugares. A la gente le encantaba, porque los pintores le explicaban lo que estaban haciendo. Mientras trabajábamos, la gente venía a compartir el mate, pastelitos o traían tortas. Pasábamos a ser parte de las familias. Se creó un vínculo muy hermoso. Al principio trabajábamos gratis, no se cobraba, para darle un sentido más popular a la obra. Un día dijimos que no podíamos seguir sin ganar un mango, poniendo plata nosotros, no cobrábamos ni para el taxi para cargar los materiales. Pusimos un precio de diez mil pesos por un mural, eran dos mil pesos para cada uno de los cinco que íbamos. ¿Cuánto sería hoy? ¿Cien pesos? Lo que sí instalamos el terror en las autoridades cuando nos permitían ir a comer. Ahí entrábamos a comer y a tomar el vino que no parábamos. En Venado Tuerto, Santa Fe, propusieron hacer un mural y nos pidieron cotizar. A valores de hoy, le dijimos al intendente que serían unos mil quinientos pesos. El hombre dijo: “¡No les da vergüenza!” Y nos pagó tres mil. Había que hacer murales de tres por dos metros en dos días. Y a la noche comíamos el asado y tomábamos. El último trabajo que hicimos fue en Trenque Lauquen, en Buenos Aires. En la foto están Carpani y muchos otros. El trabajo se lo quedó el Rotary Club porque ellos pusieron plata. Algunos llaman todavía, para hacer un mural, pero pocos. Se cotiza por metro cuadrado, que es absurdo.
–Por lo tanto, ¿usted sigue pintando murales?
–Hace algo más de un año el último que terminé fue otra vez para Trenque Lauquen. En realidad fue un mural que hice para rodear el edificio de gobierno en La Plata. El gobernador Eduardo Duhalde me contrató para hacerlo. Estaba con mi mujer, Ana, que ella administra todo mi trabajo, en una inauguración de un mural mío en la terminal de ómnibus del pueblo de Casbas, en el partido de Guaminí. Nos estábamos por ir cuando un hombre nos sigue y dice que el gobernador quiere verme en la casa del intendente. No lo quería creer, pero resultó ser verdad. Duhalde me dijo que había visto los murales en Trenque Lauquen y quería que hiciera algo en La Plata. Eso fue en 1993. Duhalde expuso su idea de crear una “gran obra mural que diera cuenta del rico pasado cultural bonaerense, como expresión de un proceso que tendiera a reforzar el sentimiento de identidad de nuestra provincia”. Estoy leyendo del catálogo. Ahí empezó un calvario burocrático de no creer. Me prometían cosas, me dejaban colgado, me mandaban llamar, no me atendían. Al final, intervino Duhalde, firmamos los papeles y tardé un año en terminar el mural. La pintura se comenzó en 1997 y se terminó en 1999. Nos mudamos a La Plata, donde vivimos un tiempo. El mural relata en 28 paneles la vida en la provincia de Buenos Aires, desde la colonización hasta los inmigrantes en el siglo veinte. La historia en imágenes va desde los primeros habitantes, los trabajos locales (la siembra, la pesca de río), la construcción de la industria, el tendido de la línea del telégrafo, de todo, como las Invasiones Inglesas, el fusilamiento de Dorrego, el éxodo de los quilmes, todo.
–¿Esa obra se extendía alrededor de la gobernación?
–En tres costados exteriores de la gobernación (no en el frente), en la calle. Eran paneles de chapa, sin protección. La chapa comenzó a deteriorarse en las juntas, y se dañó la obra. En realidad, lo dejaron hacer pelota. Dentro de todo fue respetado, pero se oxidó. Los chicos le escribían, a la gente le gustaba. Pero no se cuidó. A Duhalde le había propuesto usar material que durara mucho más. La respuesta fue que a él sólo le interesaba que durase hasta la campaña para las presidenciales. Y la pelea después fue cobrar el trabajo, interminable. En un artículo en Página/12 yo escribí que eso había comenzado como una hermosa aventura que se transformó en un castigo (“El arte según Duhalde”, 2 de noviembre de 1999). Cobramos antes de que se fuera del gobierno Duhalde, pero hubo que hacer mucha prensa y una denuncia penal. Una noche de 2005 vinieron dos amigos, con dos botellas de vino y la propuesta del gobernador Felipe Solá para que me pusiera a restaurar la obra. Les agradecí el vino, disfruté de la charla, pero dije que no. Uno de los amigos me prometió que respetaría el compromiso de pago. Fue cierto. Desmontamos todos los paneles, nos dieron un galpón donde trabajar, la obra de reparación del mural la hicimos, terminé en 2006, y cobramos. Cuando terminamos la restauración el mural quedó guardado, bien acondicionado. Preguntamos dónde lo querían, y nos respondieron que eso no era problema nuestro. El final de la restauración coincidió con un aniversario de Trenque Lauquen, donde el intendente, Juan Carlos Font (radical), era amigo y quería hacer un gran festejo. Le propuse a La Plata que le prestaran los paneles a Trenque Lauquen para exhibir en su onomástico. Felipe Solá les cedió la obra en un préstamo por tres meses. Los concejales lograron que el préstamo se transformara en donación, y eso fue por decreto de Daniel Scioli. El mural de 28 paneles quedó en exhibición en parte de una estación de ferrocarril, también restaurada, que Font pensaba como futuro centro cultural. No se publicita la presencia de la obra, pero está bien guardada, y eso es bueno también. Algún día alguien va a preguntar qué pasó con el mural de Buenos Aires de Rodolfo Campodónico, y se verá otra vez y más gente lo conocerá.

sábado, 10 de enero de 2009

Razonando a Descartes (Un intento de refutación del Racionalismo Metafísico)

Introducción

Desde el año 1637, cuando fue editado anónimamente en Holanda, el Discurso del Método marcó un antes y un después en la forma de hacer filosofía. Precedido por años de conciliación de Razón y Fe, el Racionalismo propuesto por Descartes se convirtió en una herética pero subliminal manera de pensar el mundo.
Más allá de la discusión planteada alrededor de las creencias religiosas del propio Descartes, (¿era realmente creyente o sólo intentaba evitar ser condenado por la inquisición?), la conclusión de su método desemboca en un racionalismo (pues es la propia razón el único instrumento para alcanzar la verdad) metafísico (Dios es la causa primera de esa razón).
“Dios: lo último, lo más liviano, lo más vacío es situado como lo primero, como lo que se causa a sí mismo, como el ente realísimo. ¡Que triste es que la humanidad haya tenido que tomar en serio los dolores de cabeza de esos enfermos fabricantes de telarañas!”[1]. Esta sentencia del viejo Nietzsche puede asociarse a las posturas netamente anticartesianas surgidas en la modernidad, principalmente en los pensamientos de Wittgenstein y Peirce, aunque con la diferencia de que estos últimos puede enmarcarse como los representantes mas populares del llamado “giro lingüístico” en la gnoseología (Wittgenstein) y la teoría falibilista (Peirce).
Al transportar el centro de la discusión hacia los estudios del discurso, estos pensadores logran variar el ángulo con que se enfocaban las discusiones en torno a la problemática del conocimiento, desde dos posturas diferentes:

Wittgenstein propone que la teoría del conocimiento, antes de preocuparse por fijar el alcance y límites del conocimiento humano, puesto que el conocimiento mismo se expresa en oraciones, y antes de poder decir si son verdaderas o no, lo que debemos hacer es poder determinar si son significativas, esto es, si tienen sentido[2].
Peirce y su legado plantearon las bases para elaborar dos corrientes de pensamiento: las basadas en la duda-creencia (de tradición Cartesiana) y el modelo del conocimiento falible basado en la creencia-duda, modelo netamente peirciano, parafraseando a Lorenzano.[3]

Tanto la filosofía de Peirce como la de Wittgenstein constituyen intentos diferentes por desarrollar una teoría del conocimiento anticartesiana. ¿Cuál de dichos intento resulta más drástico, más efectivo? ¿Cuál conserva menos rasgos cartesianos? Sospecho que el modelo de Peirce resulta ser mayormente combativo del Racionalismo Metafísico y Catolicista de Descartes.
Las siguientes líneas razonarán sobre los aspectos fundamentales de ambas teorías, intentando entrecruzarlas, compararlas y enriquecerlas con aportes de las teorías psicosociales de base materialista[4], con el objetivo de intentar responder los interrogantes planteados en el párrafo anterior.
¿Logrará la razón refutar al propio racionalismo? A continuación dicho emprendimiento queda a consideración del lector.

Capítulo I: Refutación del “Lenguaje Privado”

Uno de los principales puntos en que puede ser atacado el solipsismo cartesiano es el referente al “corte” que intenta realizar entre subjetividad (mundo interno) y contexto socio-histórico (mundo externo).
El primer precepto que Descartes propone en su método es fácilmente refutable: “(…) no recibir jamás por verdadera cosa alguna que por medio de la evidencia no la pudiera establecer como tal; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, y que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda”.[5]
Resaltemos la frase “nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, y que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda” ¿Y el lenguaje? Descartes parece olvidarse de que, aún aunque lograse la “misión imposible”[6] de despojarse de todo los juicios no evidentes, nunca podrá despojarse del propio lenguaje, puesto que sin lenguaje, se torna imposible el desarrollo de la conciencia.[7]
“Lenguaje privado” es cómo Lorenzano define, siguiendo a Wittgenstein, el intento de Descartes de sólo recurrir a su propia conciencia como principio irrefutable de verdad, en oposición a la consideración del lenguaje como un primitivo e inevitable lazo social que antecede a todo intento de reflexión introspectiva.
Wittgenstein afirma que es imposible hablar de lenguaje privado, y mucho menos sería posible establecerlo como criterio de evidencia. Si el lenguaje privado, interno, sólo es accesible a mí mismo, yo mismo me convierto en el juez de mi propias afirmaciones, es decir, puedo establecer como “evidente” una verdad que sólo es evidente para mí mismo, siendo al mismo tiempo productor y juez del conocimiento.
Explicado en términos del propio Wittgenstein, diremos que “hablar un lenguaje implica seguir algún tipo de regla acerca de cómo deben usarse las palabras de dicho lenguaje, (…) pero si yo soy la única autoridad nunca sabré si me he equivocado o no: ¡lo que sea que piense, va a ser correcto, justamente porque soy la única autoridad en la materia! (…) La conclusión es obvia: la idea de que una regla pueda ser comprendida y seguida por una única persona es ininteligible. Entonces, la idea misma de “lenguaje privado” es igualmente ininteligible, y por ende es ininteligible una teoría del conocimiento basada en el estudio de representaciones privadas.”[8]
Es absurdo intentar razonar inmersos en el más profundo solipsismo, y en el caso de hacerlo, los argumentos que pudieran esgrimirse en medio de ese contexto, aislado del contacto con la realidad y sin más criterio de evidencia que la propia subjetividad, carecen de profundidad, interés y relevancia para el resto de los mortales. Descartes mismo lo afirma: “mi propósito, pues, no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de seguir para conducir bien su razón, sino sólo mostrar de que modo yo he procurado conducir la mía”[9] ¿Acaso los lectores de Descartes y sus posteriores interpretes nunca lo entendieron realmente? Descartes afirma que su método sólo es válido para él, al menos que el nombrado párrafo haya sido interpretado como una muestra de falsa modestia.
Recapitulando lo enunciado en este apartado, diremos que el Racionalismo Metafísico Cartesiano queda refutado por Wittgenstein y la Lingüística Materialista[10] cuando enfocamos el Discurso del Método desde una perspectiva que incluye la dimensión del lenguaje, por dos razones:
a) El lenguaje privado no existe, ergo, resulta imposible una teoría del conocimiento basada en representaciones privadas (Wittgenstein).
b) El ser social determina la conciencia, la conciencia sólo es posible a través de un lenguaje, todo lenguaje se adquiere socialmente y resulta imposible desprenderse de éste a la hora de despojarnos de lo que no sea “autoevidente” (Lingüística Materialista).

Pero los argumentos en contra del pensamiento cartesiano no concluyen acá. Veamos lo que Peirce tiene para decir al respecto.

Capítulo II: Peirce: la voz del anticartesianismo

Los argumentos que más fuertemente atacan la tradición artesiana, son presentados por Peirce en el texto “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades”, pero su obra “El Establecimiento de la Creencia” también versa en este sentido.
En un fragmento de dicha obra, Peirce anuncia: “algunos filósofos han imaginado que para comenzar una investigación sólo era necesario formular una pregunta o escribirla en papel; ¡e inclusive nos han recomendado que comencemos nuestros estudios cuestionándonos todo! Pero el mero hecho de poner una proposición en forma interrogativa no estimula la mente a ninguna lucha en pos de la creencia. Debe existir una duda real y vital, y sin todo esto la discusión es ociosa”.[11] Estas palabras hacen explícita alusión al método de Descartes, quién en su Discurso se hallaría más predispuesto a presentar una linda retórica y sacar a relucir su incipiente ingenio ante las autoridades académicas de la época que a proponer un verdadero método científico.
En “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades” se encuentra otro párrafo que discurre en el mismo sentido: “no finjamos dudar en filosofía lo que no dudamos en nuestros corazones”[12].
Las “dudas” planteadas por Descartes, lejos de ser verdaderas dudas filosóficas que gocen de profundidad conceptual, representan un intento de manifestar su capacidad analítica en función de un objetivo mucho más personal: impresionar con su verborragia y sagacidad a las autoridades académicas de turno. “No podemos comenzar con una duda completa”[13], afirma Peirce, puesto que es menester partir de algunas creencias primeras para poder arribar a algún conocimiento posterior: “el objeto de razonar es encontrar, a partir de la consideración de lo que ya conocemos, algo más que no conocemos. Consecuentemente, el acto de razonar es bueno si es tal que nos da una conclusión verdadera a partir de premisas verdaderas, y no de otra manera”.[14]
Aclarado este aspecto (la necesidad de premisas como punto de partida) y prosiguiendo con el hilo del razonamiento planteado, surge un nuevo interrogante:[15] ¿cuál es el punto de partida del razonamiento cartesiano? ¿Será refutable? Para saberlo, continuemos con la exposición.
En el mismo texto, Peirce agrega: “hay muchos hechos que el cartesianismo no sólo no explica sino que vuelve absolutamente inexplicables, a menos que decir que “Dios los hace así” sea visto como una explicación.”[16]
La crítica nietzscheana, abordada en la introducción del presente trabajo, discurre en este sentido: justificar todo un sistema de pensamiento con una solución metafísica torna irracional el razonamiento planteado. Recurrir a Dios como explicación de todo aquello que no sabe como explicar es un recurso típico de los seres humanos, pero resulta inaceptable en el ámbito del discurso filosófico científico.
“Pues no siendo Dios falaz, se sigue necesariamente que no estoy equivocado en esto”[17] es una de las frases finales que Descartes ofrece en sus Meditaciones Metafísicas, acentuando el carácter religioso de su “razonamiento”. Dios no es criterio científico de evidencia, puesto que aceptar esa premisa significaría caer en una postura de corte escolástico o retroceder siglos en la historia del pensamiento humano revirtiendo el famoso paso del mito al logos realizado en la Grecia antigua por los primeros filósofos[18]. Lamentablemente, Descartes no tuvo la oportunidad de que Nietzsche le soplara al oído “Dios ha muerto”, para que, aunque sea, Descartes pudiera haber sospechado la posibilidad de que Dios no exista.
En el Establecimiento de la Creencia Peirce agrega: “el criterio cartesiano (…) se reduce a esto: “Cualquiera sea aquello de lo que yo esté claramente convencido, es verdadero””[19]. En este punto podemos realizar un entrecruzamiento con lo ya denunciado por Wittgenstein: “si yo soy la única autoridad nunca sabré si me he equivocado o no: ¡lo que sea que piense, va a ser correcto, justamente porque soy la única autoridad en la materia!”[20]
No podemos nosotros mismos, a partir de nuestra subjetividad, elaborar criterios de verdad, pretendiendo que nuestra individualidad se convierta en una norma para los demás. Esta crítica estaría más direccionada hacía los cartesianos que nunca entendieron realmente a Descartes, que hacia el propio Descartes (ver página 4).
“La filosofía debería imitar a las ciencias exitosas en sus métodos. (...) Sus razonamientos no deberían formar una cadena que sea más fuerte que su eslabón más débil, sino un cable cuyas fibras pueden ser finas, siempre y cuando sean suficientemente numerosas e íntimamente conectadas”.[21]
En este punto, Peirce no sólo ataca contra Descartes sino que su crítica puede hacerse extensiva a toda la filosofía: es necesario un criterio uniforme, un método único que permita que la filosofía presente un cuerpo coherente de saberes críticamente fundados e interrelacionados entre ellos. De nada sirven los conocimientos aislados, los razonamientos dispares, las pretensiones dogmáticas que esterilizan al saber filosófico.
Finalizando su texto “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades” Peirce propone cuatro negaciones básicas de los postulados cartesianos. A continuación y finalizando esta sección del trabajo, analizaremos brevemente cada uno de ellos, relacionándolos con los postulados básicos de la teoría materialista de la Psicología Social.

1. No tenemos poder de Introspección, sino que todo el conocimiento del mundo interno se deriva por razonamiento hipotético de nuestro conocimiento de hechos externos.[22]
Si concordamos en que el ser social determina la conciencia[23], el proceso de introspección no es más que una investigación realizada sobre las estructuras sociales internalizadas en la propia conciencia. Lo que podemos llegar a conocer dentro de nosotros es una apropiación instrumental de las relaciones dialécticas acaecidas entre el contexto socio histórico y nuestra subjetividad.

2. No tenemos poder de Intuición, sino que cada cognición está lógicamente determinada por cogniciones previas.[24]

Hablar de intuición es cometer un error: lo que consideramos “intuición” no es más que un proceso de relación de las experiencias previas y sus pertinentes cogniciones con las nuevas experiencias que se presentan ante el sujeto (cada suceso nuevo se significa de acuerdo a las matrices internalizadas que ya posee el sujeto).

3. No tenemos el poder de pensar sin signos.

En este punto, la posición de Peirce se acerca un poco al giro lingüístico propuesto por Wittgenstein: no podemos pensar sin lenguaje (conjunto ordenado de signos), por lo que resulta imposible despojarse de todo saber previo para poder “razonar” al mejor estilo cartesiano.

4. No tenemos el concepto de lo absolutamente incognoscible.

Para Peirce, no hay nada que no pueda llegar a conocerse y, por lo tanto, no hay saber que pueda fundamentarse en nociones metafísicas o esencialitas (como recurrir el concepto de Dios, por ejemplo)
Con todo, la exposición resulta suficiente como para arrojar algunas conclusiones. Veamos cuales son.

Conclusión: Cogito, ergo refutum

A lo largo de las líneas precedentes, se intento graficar, a grandes rasgos, los principales conceptos de las teorías de Ludwig Wittgenstein y su giro lingüístico y la postura falibilista de Charles Sanders Peirce, ambos enmarcados dentro de las posturas anticartesianas.
Con lo expuesto, resulta evidente la claridad de los conceptos planteados por ambos, pero el modelo de Peirce es el que posee mayores argumentos, mejor justificados teóricamente y mayormente profundizados en contra del Método de Descartes.
Descartes, el padre del Racionalismo moderno, sentó las bases para su propia refutación: si se “razona” su teoría racionalista, se acaba por refutarla.
Un gran legado histórico de pensamientos filosóficos se alinean dentro del pensamiento cartesiano: “la filosofía de Descartes fue enormemente influyente en la teoría del conocimiento posterior, ya se trate de empiristas, racionalistas o kantianos. No resulta una exageración decir que toda la filosofía de la modernidad tiene la impronta de algunas de las ideas básicas de Descartes”.[25]
Sin embargo, el cartesianismo debe ser muy bien analizado, críticamente “racionalizado” para evitar caer en posturas solipsistas o reduccionistas de la verdad.
Apelando al humor y la ironía, Descartes debería haber redactado sus cuatros grandes principios de la siguiente manera:
1- No recibir jamás por verdadera cosa alguna que por medio de la evidencia no la pudiera establecer como tal, a excepción del lenguaje, los dogmas religiosos, las creencias básicas para llevar a cabo todo conocimiento, etc…
2- Dividir cada una de las dificultades en cuantas partes fuere posible y en las que sean requeridas para su mejor resolución, o… hasta dónde el ingenio alcance.
3- conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, procediendo por grados, hasta el conocimiento de los más complejos, para arruinar todo el proceso justificando Metafísicamente el análisis en la Divinidad de Dios.
4- Hacer en todos los pasos anteriores unas recensiones tan completas y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no haber omitido nada… nada que no me convenga omitir.

La conclusión, elaborada por Wittgenstein, Peirce y yo: cogito, ergo refutum. Es decir: pienso, luego refuto.
La razón refuta al Racionalismo Cartesiano Metafísico.

JUAN PABLO ALBA
NOTAS:

[1] NIETZCHE, Friedrich. El Ocaso de los Ídolos. Ed. Gradifco. Pág. 58.
[2] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[3] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[4] En este aspectos se tomarán algunos aportes realizados por el Materialismo Histórico así como también parte de los postulados de la Psicología Social.
[5] DESCARTES, René. Discurso del Método. Ed. Gradifco. 2003. Pág. 28
[6] La idea de la imposibilidad de despojarse de todo prejuicio será analizada en profundidad más adelante.
[7] Afirmación realizada siguiendo las teorías psicosociales de la lingüística rusa, planteada por autores como Voloshinov y Gorsky, entre otros.
[8] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[9] DESCARTES, René. Discurso del Método. Ed. Gradifco. 2003, Pág. 17
[10] La “Lingüística Materialista” persigue la sentencia de Karl Marx efectuada en el conocido “Prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política” de Engels, que enuncia “el ser social determina la conciencia”.
[11] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[12] Ídem anterior.
[13] Ídem anterior.
[14] Ídem anterior.
[15] ¿No es acaso fascinante la Filosofía? De una certeza surge una duda, y de esa duda una nueva certeza, y así sucesivamente. ¡Maravilloso!
[16] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[17] DESCARTES, René. Meditaciones Metafísicas. Ed. Gradifco. 2003, Meditación Sexta, Pág. 158
[18] “Toda religión se funda en una cosmogonía originaria, basada en un mito fundacional que ordena y significa el mundo”. Tomado de ELIADE, Mircea. Lo Sagrado y lo Profano. Ed. Paidós.
[19] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[20] Se sugiere ver las páginas 3 y 4 de la presente monografía.
[21] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[22] Ídem anterior.
[23] Ver “Lingüística Materialista” (Nota al pie Nº 10)
[24] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[25] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)

Hume y la Negación de la Filosofía

INTRODUCCIÓN

Al sumergirnos en el estudio de la filosofía, resulta ser notorio el hecho de que cada uno de los sistemas de pensamientos, pensadores a actores que se suceden a la largo de su recorrido son factibles de las más diversas interpretaciones. Al igual que todo filósofo, Hume no resulta ser una excepción.
Para su estudio, algunos académicos lo han caracterizado como escéptico radical, llegando incluso al punto de negar la posibilidad de realizar filosofía. Otros, en cambio, lo reconocen como unos de los grandes talentos de la filosofía naturalista.
HUME, ¿ESCÉPTICO O NATURALISTA? Este el interrogante sobre el que versará la presente monografía, intentando retomar algunos elementos de su filosofía que nos permitan justificar ambas posiciones, confrontándolas analíticamente para así poder llegar a una solución crítica de la hipótesis planteada.
¿Cuál es criterio de verdad que utiliza este pensador Inglés para haber sido interpretado tan variadamente? ¿Cuál es la fina línea que divide el conocimiento verdadero y científico de la simple especulación filosófica? ¿Existe alguna relación con los intentos de Descartes de alcanzar una verdad clara y distinta? ¿Qué postura tomar nosotros mismos, como pensadores contemporáneos, a la luz de los planteos de Hume?
Estos interrogantes nos guiarán durante las siguientes líneas, mientras nos perdemos por unos instantes en los magníficos laberintos de la reflexión filosófica.

CAPÍTULO I: NADA ES ESENCIALMENTE NECESARIO

El camino que dibujan las diversas posturas que pueden elaborarse como resultado de la discusión sobre el escepticismo de Hume, o por lo contrario, su inclinación empirista, puede iniciarse a través de uno de sus conceptos que, a mi entender, produce, luego de su comprensión, un cambio radical en la forma de considerar el conocimiento en todo pensador.
Una de las mayores genialidades de Hume fue contar con un agudo sentido crítico de los fenómenos físicos. Su análisis del concepto de necesidad refleja la profundidad de sus estudios.
Incansable cazador de certezas, aplicó la claridad de su espíritu a la cotidianeidad que lo rodeaba. Si observamos, como lo sugiere Hume[1], el impacto de dos bolas de billar como si fuera la primera vez que realizáramos dicha observación, la razón por sí sola no podría aportarnos absolutamente ningún dato sobre el futuro comportamiento de las bolas luego del impacto. Cualquier opción, incluso el pensar que podrían explotar dando fin al universo, es tan razonable como predecir que la segunda será impulsada por la primera en la dirección que tan bien describiría la física actual.
¿Qué es lo que nos lleva a “razonar” de determinada manera ante estos casos? Hume nos respondería que es el hábito[2]. Acostumbrados por la experiencia repetida de ver bolas chocar, es cómo podemos sacar luego las conclusiones que diariamente aplicamos en nuestras vidas.
El origen de nuestras certezas está fundamentado en las experiencias previas que tuvimos a lo largo de nuestras vidas, pero no existe ningún dato que pueda asegurarnos la existencia de una ley de necesidad que gobierne estos fenómenos. Del suceso A que produce la respuesta B, no puede extraerse la conclusión de que A siempre producirá B. Pero sí, posteriormente, en repetidas oportunidades el fenómeno A produce siempre la consecuencia B, nuestra razón, fundamentada con esas experiencias “agrega” el criterio de “necesidad” que nos hace creer que siempre A producirá el efecto B.
Hume, quien al igual que Descartes, buscaba alcanzar un grado de certeza absoluta en sus investigaciones, concluye diciendo que todo conocimiento a posteriori (en terminología kantiana) carece de certeza, puesto que sólo está basado en la experiencia y las leyes que rieguen dichos fenómenos (“cuestiones de hechos” en la terminología de Hume[3]) escapan a los dominios de la razón.
¿Qué nos está queriendo decir Hume con esto? ¿Ninguno de nuestros conocimientos, salvo las ciencias formales, son realmente verdaderos? ¿Todo lo que creemos como “cierto” no es más que una ilusión generada por el hábito? ¿Cómo no caer en el amparo de la locura ante la terrible verdad que Hume arrojó al mundo?
Dos formas de interpretarlo intentan dar respuesta a estos interrogantes:
· Hume como representante del empirismo
· Hume como escéptico radical
A continuación, analizaremos cada una de estas posturas.

CAPÍTULO II: HUME, EL EMPIRISTA-NATURALISTA

Una de las formas de interpretar a este genial pensador inglés es enmarcándolo dentro del “Naturalismo”, definido como un “movimiento que afirma que la naturaleza constituye el conjunto de la realidad”[4].
Lorenzano, acerca de Hume, nos comenta: ¿qué nos lleva a creer en la existencia de los cuerpos en el mundo fuera de la conciencia? Ningún argumento racional lo hace. No percibimos objetos fuera de la mente, sólo impresiones e ideas dentro de ella. Lo único que está presente a la mente son las percepciones, y no tenemos ninguna evidencia de que tengan algún parecido con objetos, o propiedades de objetos, ya que en sentido estricto nunca percibimos los objetos. El sentimiento, no razonable, de que hay cuerpos, no proviene del entendimiento sino de la imaginación.[5]
Acá podemos ver cómo, a pesar de no negar la existencia de una realidad con independencia del sujeto cognoscente, Hume si niega la posibilidad de conocerla tal cómo es, puesto que sólo poseemos “impresiones” de la misma. Desde este punto de vista, Hume podría acercarse a los límites de la teoría fenomenológica.
Sin embargo, mayormente se interpretó su postura como naturalista, principalmente debido a su concepción empirista en cuanto al origen del conocimiento. Siguiendo a Hessen[6], consideraremos “empirismo” como la respuesta al origen del conocimiento que afirma que la única vía para acceder al conocimiento es a través de los sentidos.
Hume, entendido desde esta postura, estaría en sus textos[7] marcando los límites de la razón para conocer, sólo dejándole a la razón humana un pequeño trecho de certeza.
“Aunque concluyésemos (…) que en todos los razonamientos que parten de la experiencia la mente da un paso que no se justifica por ningún argumento o por proceso de comprensión alguno, no hay peligro de que aquellos razonamientos de los que depende casi todo el saber sean afectados por tal descubrimiento. Aunque la mente no fuera llevada por un razonamiento a dar este paso, ha de ser inducida a ello por algún otro principio del mismo peso y autoridad. Y este principio conservará su influjo mientras la naturaleza humana siga siendo la misma.”[8]
Con todo esto, podríamos afirmar que prácticamente la totalidad de los conocimientos humanos están fundados en los “hábitos” y la experiencia, siendo esta última fundamental para la elaboración de las ciencias.
Pero… ¿es realmente esto lo que Hume quería transmitirnos? Veamos a continuación otra posible interpretación de sus argumentos.

CAPÍTULO III: LA NEGACIÓN DE LA FILOSOFÍA

Para Hume, afirmar que el sol saldrá de nuevo mañana por la mañana es tan verdadero como afirmar que no saldrá, puesto que la noción de necesidad es inexistente, como lo explicamos en el primer capítulo.
Si tomamos este argumento como un absoluto, Hume estaría refutando la totalidad de los razonamientos inductivistas, y estos son el pilar de la ciencia moderna. Pueden recordarse también otras grandes críticas realizadas al inductivismo: el argumento del suicida que salta de un rascacielos y luego de caer hacia el suelo durante más de cien pisos concluye que nunca morirá, o el del matemático que al analizar que el número, dos, tres, cuatro, etc. son menores que 10.000 cansado de contar, al llegar a 9.999, concluye que todos los números son inferiores a 10.000, etc.
¿Qué conocimientos son posibles dentro de estos estrechos márgenes de razonamiento? Lorenzano nos respondería que, “según la interpretación “tradicional”, Hume no sería sino un escéptico radical, que disuelve toda posibilidad de hacer filosofía”[9]. Hume demostraba una “desconfianza en la posibilidad de que la filosofía ofrezca un anclaje seguro en cualquier verdad"[10]
Inclusive, las sustancias, quedarían reducidas simplemente a un haz de percepciones, pues no posee ninguna realidad como ente metafísico. Si caemos en esta postura absoluta, ningún tipo de conocimiento es posible, más allá de la “filosofía natural” expuesta por Hume. La metafísica, el esencialismo, la religión, esta monografía, las especulaciones filosóficas que se alejan de lo natural, etc. son razonamientos que quedarían excluidos del campo del verdadero saber, aquél que no se funda en las costumbres (hábitos) sino en la racionalidad pura. El propio Hume lo afirma:
“cada vez que un volumen caiga en tus manos, pregúntate: ¿contiene razonamientos experimentales sobre verdades de hecho? ¿Contiene razonamientos referentes a número o cantidad? En caso negativo, arrójalo al fuego, puesto que no contendrá más que ilusiones y proposiciones sofísticas”[11]
CONCLUSIÓN

Debatir en torno a la posibilidad del conocimiento invita a pensar no sólo en las teorías de los grandes pensadores, que, como Descartes, buscaron justificar en la razón el máximo grado de certeza posible, o los que como Hume, denunciaron con destreza los límites de nuestra razón para conocer, sino también que nos posicionan, personalmente, ante interrogantes que forman parte de nuestra propia constitución como seres humanos.
¿Cuánto de lo que habita en nosotros, cuantas “verdades” de nuestro mundo están realmente fundamentadas? ¿Qué es lo que conocemos realmente? Hume no sólo es una respuesta a múltiples cuestiones de la teoría del conocimiento, sino que sus textos son a su vez una pregunta a nosotros mismos y nuestra formación académica-profesional.
Ya sea considerándolo como escéptico radical o como empirista, ningún amante del saber que quiera avocarse a los estudios filosóficos puede pasar por alto los argumentos esgrimidos por David Hume.
La historia de la humanidad pareciera ser la larga búsqueda de un ansiado tesoro: la certeza. El miedo ante la incertidumbre motoriza al ser humano a abocarse a las más profundas investigaciones, buscando su lugar entre la razón y la experiencia. Pareciera ser que justamente, en medio de ambas, es dónde más logra alcanzar su idílico objetivo.
Luego del análisis de las dos posturas desarrolladas a lo largo de esta monografía, pueden enunciarse las siguientes conclusiones:
· Debemos evitar, al leer a Hume, caer en posiciones extremas: no se trata de un simple empirista, sino de un profundo pensador naturalista, como tampoco es un escéptico radical, sólo que logra con un estilo singular aportar el grado de dudad necesario que todo saber debe tener para estar realmente fundamentado.
· La postura de Hume es una invitación a la constante crítica del saber, evitando así caer en posiciones dogmáticas que obstruyen el progreso de todo conocimiento.
· Hume no niega la posibilidad de realizar ciencia, sino que le exige un alto grado de certeza en sus razonamientos, en pos de su propio progreso.
· Al igual que descartes, toda la filosofía de Hume es un intento por alcanzar un conocimiento cuya certeza sea indudable.
· El análisis de nuestros propios conocimientos resulta fundamental, para lograr discernir aquellos que realmente se encuentran justificados de aquellos que sólo son fruto de la simple “costumbre”.
· El grado más cercano a la certeza que un conocimiento puede alcanzar está determinado por la combinación de la experiencia fundada en base a criterios racionales.
No podemos negar la filosofía, al menos que realicemos un artilugio conceptual e identifiquemos filosofía con ciencias físicas, como lo hizo Hume. Su contexto, netamente marcado por el auge del positivismo, emerge como fundamento principal de todas sus reflexiones, que lograron inmortalizarlo como el más grande (el único a mi conocer) escéptico-empírico-naturalista de la historia de la filosofía.
NOTAS:

[1] DAVID HUME. investigación sobre el conocimiento humano
[2] Ídem anterior
[3]Ídem anterior
[4] Microsoft ® Encarta ® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation.
[5] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo III, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[6] HESSEN, Johannes. Teoría del Conocimiento. Losada.
[7] “Tratado sobre la naturaleza humana” (1739) e “Investigación sobre el entendimiento humano” (1748)
[8] DAVID HUME. Investigación sobre el conocimiento humano.

[9] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo III, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[10] ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA. Editorial Océano
[11] Ídem anterior

Derecho Constitucional: Legitimación del Poder y la Opresión

Introducción

“Es hora de llevar a cabo una revolución de ideas”
Francisco Gaya

Todos queremos ser libres. ¿Todos queremos ser libres? ¿Todos queremos que todos sean libres? ¿Realmente nos interesa el bien común? Estos interrogantes son los primeros que surgen en nuestro espíritu cuando nos ponemos a pensar en el Estado y su organización jurídica.
Pensar el Derecho Constitucional desde una posición crítica, posibilita a la razón desvelar misterios que, tanto la comodidad como la cobardía, nos invitan a mantener ocultos. Las herramientas aportadas por la Psicología Social, surgen como esenciales para llevar a cabo un análisis minucioso de los intereses creados que subyacen bajo cada detalle de nuestra vida cotidiana, que reproduce estructuras sociales de dominación impuestas por un sistema económico capitalista que nos corrompe hasta los rincones más profundos de nuestra piel.
Ser libre asusta, puesto que la responsabilidad de todo el universo concentra su peso sobre nuestras espaldas. “Estamos condenados a ser libres”, sentenció en el pasado siglo el eximio pensador francés Jean Paul Sartre, pero la magia del estado y sus cadenas se ofrecen para rescatarnos de tan “terrible mal”. ¿Cómo escapar a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez? (Alejandro Dolina). Desvelar los ocultamientos cometidos por la gigantesca superestructura ideológica de nuestra sociedad, perpetuada y reproducida por sus principales instituciones: Iglesia, Escuela, leyes, Lenguaje, Medios de Comunicación, etc. es una de las alternativas para vislumbrar algún tipo de progreso, puesto que “el hombre justo rehúye complicidad con el mal” (Ingenieros) y estar de acuerdo con las estructuras sociales de dominación o la inacción ante las mismas, es ser cómplices de ellas. (Gabriel Muñoz)
Siguiendo a José Ingenieros, permítame advertirle que puede que este escrito perturbe a muchos de sus lectores, porque la sociedad es enemiga de los que perturban sus “mentiras vitales”. Mientras usted lee esto, más de un niño se muere de hambre en las calles, no lejos de su casa. Mas de un padre no tiene que darles de comer a sus hijos, más de una madre no encuentra otra solución, ante su inminente pobreza, que practicarse un aborto casero que puede acabar con su vida. Sin realizar juicios de valor sobre las acciones privadas de los hombres, creo que es hora de que nos demos cuenta de que algo anda mal, y debemos luchar por un cambio.
La actual estructura legal parece no respetar las libertades individuales ni garantizar las condiciones mínimas de existencia digna, mostrándose ineficiente para responder ante las problemáticas y urgencias de su sociedad. Estas relaciones entre el origen del estado y su caducidad actual, son las que intentaremos abordar en el presente trabajo.
Freud postulaba que solo existen dos maneras de ser feliz en este mundo: una es fingir ser idiota, la otra, es serlo realmente. Todos los demás, cuanto mas sabemos, cuanto mas inteligentes somos, mas probabilidades tenemos de cruzarnos con la desgracia y la desdicha, parafraseando a Alejandro Dolina. Señor lector, lo invito a entristecerse de la mano de los siguientes e indignos párrafos.

Los orígenes del Estado

En la filosofía política, son múltiples las acepciones teóricas que enuncian los posibles orígenes del estado.
En líneas generales, Aristóteles enunciaba que “todos buscamos el bien común”, curiosa afirmación, para provenir de quién legitimara la esclavitud, preso de los prejuicios y concepciones propias de su contexto socio-histórico.
Desde el Estagirita hasta las concepciones contemporáneas, como las de Habermas o Spiguel, todos estos pensadores pueden ser clasificados, según su concepción antropológica y la finalidad que en estado persigue, en dos grandes grupos: los defensores de la propiedad privada y la burguesía por un lado, y las posturas crítico-marxistas por otro.
A continuación, intentaremos esbozar las características principales de ambas posturas.

Los Apologetas del Capital

John Locke: Este pensador Inglés consideraba que, en su estado natural, el hombre, regido por el Derecho natural, convive en paz y armonía, utilizando la razón para conducirse. En dicho estado, cada uno consume lo básico para poder sobrevivir, siendo propiedad privada lo que uno toma para sí, siempre y cuando sobrase una porción igual y de lo mismo para los demás.
“Los irracionales” (término utilizado por Locke) surgen con la aparición del dinero, que permite la acumulación de bienes. Para poder proteger la propiedad privada de los ataques de los “irracionales” (los que no poseen dinero ni bienes) surge la necesidad de asociación en los hombres, entrándose ya en el terreno del Derecho Privado.

Tomas Hobbes: Este filósofo consideraba que, en su estado natural, el hombre es una bestia que representa peligro para el mismo hombre, siendo el estado natural un estado de guerra constante. Para poder solucionar dicho problema, se recurre a la abdicación de la libertad individual, cediéndose la misma a un soberano que la administrará para beneficio de toda la sociedad.

Jean Jacques Rousseau: Este filósofo francés, en su obra “El Contrato Social”, enuncia como todo ser humano elabora un contrato tácito con la sociedad en la que vive, donde aliena su libertad individual en pos de la libertad social, que tiene como objeto la conservación y la protección de los miembros que la componen. De ideología un poco menos burguesa que sus compatriotas, criticó los excesos de la propiedad privada y los privilegios, pero dejando el tema inconcluso y tratándolo de manera confusa.

Imanuel Kant: Si bien sintetiza, de alguna manera, las posiciones de Rosseau y Locke, es un abierto defensor de la propiedad privada, considerando que “esta está garantizada solo en los Estados bien organizados. Para ello, fue menester que los hombres salieran de su estado primitivo de libertad absoluta, sin ley, y variar de forma de vida, abandonando la caza, la pesca y el pastoreo para dedicarse a la agricultura, (…), originándose de este modo un movimiento comercial entre los países, hecho que hubo por tener como consecuencia el mantenimiento de relaciones pacíficas entre ellos, a través de la implementación de leyes”.
Estos son solo algunos de los pensadores políticos que comparten y defienden la protección de la propiedad privada como origen del estado, pero son lo suficientemente explícitos como para poder llevar a cabo el presente análisis.

Los Críticos-Marxistas

Bajo esta conceptualización, se engloba la postura de Karl Marx, quién denunció que los Estados y toda su superestructura ideológica (Leyes, Idioma, Religión, Valores, Etc.) se construye en base a la estructura económica del mismo (Capitalismo), base que está determinada por las relaciones de producción entabladas por quienes posees los medios de producción (el Capital), y los que aportan las Fuerzas de Producción (los trabajadores). La historia se caracteriza por representar la incesante lucha entre opresores y oprimidos, es decir, entre quienes poseen el capital y quienes aportan las fuerzas de trabajo.
La escuela de Frankfurt, con pensadores de la talla de Habermas, Adorno, Horkheimer, Benjamín, etc. continuaron sus estudios críticos de la sociedad bajo la luz de este paradigma, llamado Materialismo Histórico.
Dicha doctrina se extendió al campo de la Psicología, siendo Pichón Riviere, de formación psicoanalítica, quien lo introdujera en sus esquemas conceptuales, fundando así la Escuela de Psicología Social. Spiguel, profesor de dicha escuela, nos dice: “Contraria a la concepción antropológica de Hobbes y su análisis del Estado, éste surge como una institución material y simbólica representacional y jurídica monopolizada por quién se encuentra en el gobierno y sostenido por la sociedad. Este no existió siempre, sino que se originó cuando un grupo de propietarios se vio obligado a cuidar y perpetuar su excedente. Así monopolizó las fuerzas y dictó las leyes, haciendo del Estado un instrumento de dominio y opresión que se fundamenta en la coacción. La justicia así entendida, se configura como una justicia de clases ejercida a través de la acción del Estado.”
Desde la perspectiva antropológica de Leakey, el nombre no es naturalmente agresivo, sino que se torna violento a partir del paso del modo de supervivencia cazador-recolector a la producción agrícola, ya que este hecho alteró la naturaleza permitiendo la acumulación de bienes y la necesidad de protegerlos, originándose así la agresividad entre los seres humanos. Esta agresión, causada socialmente por las relaciones de producción, originó la necesidad de instaurar leyes que preserven la propiedad privada, “inventándose” el Estado.
Como podrá apreciarse, tanto Kant como Locke concuerdan con Leakey, pero mientras el antropólogo lo hace con visión crítica y tono de denuncia, los filósofos de la Burguesía lo plantean como “natural y necesario”.
Llegamos así a esbozar el concepto de Estado que se manejará de aquí en adelante: el Estado como una organización jurídica cuyas estructuras están arbitraria e intencionalmente organizadas para perpetuar un sistema económico capitalista de opresión, cuyo poder es ejercido y perpetuado por las diversas instituciones sociales (escuela, iglesia, Leyes, etc.), internalizando en todos los ciudadanos matrices de percepción y habitus de conducta que reproducen de manera inconsciente y simbólica dicha dominación y opresión.

La Máquina Civilizadora

“La circularidad perfecta del sistema
denuncia su arbitrariedad”
Pierre Bourdieu

El término corresponde al pensador Alemán Martin Heidegger, y caracterizaba bajo dicho concepto, al conjunto de dispositivos institucionales, políticos, discursivos, etc., con los cuales el hombre consolidó su dominio planetario y se instauró como “centro” óntico y ontológico de la existencia.
Sin embargo, son numerosos los autores que se refirieron este concepto: Foucault y su denuncia del “Biopoder”, Deleuze cuando analiza el capitalismo, Lacan cuando analiza el discurso capitalista como variación del discurso de opresión, Pierre Bourdieu y sus análisis sociológicos de sometimiento a través del lenguaje, violencia simbólica y dominación, etc.
Sergio Albano llama “máquina Civilizadora” al conjunto de dispositivos a partir de los cuales el Estado despliega sus mecanismos de control y vigilancia según un régimen preciso de aplicación que excede las voluntades subjetivas y políticas, tanto e quienes administran sus operaciones como de quienes las reciben, siendo esto último lo que explica función modeladora y la razón de su eficacia. Esta gran máquina es anónima, a-subjetiva, carente de dirección, funciona por sí misma imponiéndose a sus agentes según las líneas de fuerza que provienen de su estructura.
El estado, de acuerdo a su conveniencia, nos dice que pensar y que no, limitando nuestras libertades individuales y convirtiéndose en verdugo de utopías y asesino de la imaginación.

El pastor y las ovejas (dualismo antropológico existencial)

“Un hombre es el uso que haga de su libertad”
Julio Cortázar

Dentro de nuestra sociedad, considerando al existencia de matices y el complejo entramado social que significa intentar posicionarse dentro de una clase, dividiremos, solo con fines metodológicos y de análisis, a la sociedad argentina en dos grandes grupos: oprimidos y opresores. ¿Qué diferencia a uno de otros? Muy simple: la posesión o no del capital.
Estas clases sociales, encuentran su fundamento último en dos concepciones antropológicas opuestas: aquellos que dirigen, que gozan de la libertad de tomar sus propias decisiones, las cuales afectan a un grupo relativamente extenso de habitantes; y aquellos que, obligados por sus circunstancias de opresión y necesidades básicas insatisfechas, ven pasar la vida de costado, enajenados (al decir de Marx), en sus ideales, su religión, su trabajo, su propia vida, siguiendo el ritmo de una sociedad que los atropella o margina.
Algunos, unos pocos, por avaricia excesiva o maldad tal vez, juegan a ser “Pastores de la humanidad”, marcando con sus ideales capitalistas el sendero económico que conduce al hombre a su autodestrucción. Otros, la gran mayoría, por ignorancia a estupidez, por comodidad o facilismo quizás, solo son ovejas que ciegamente se entregan a las directrices de sus amos, que las conducen directo al matadero. El sistema tiene sed de sangre y opresión, de pobreza y martirio, pero son pocos los que despiertan de ese transe hipnótico que es el consumismo y se revelan contra el sistema. Ingenieros decía: “Juventud sin espíritu de rebeldía es servidumbre precoz”. “Loados todos aquellos que antes de vivir de rodillas, prefieran morir de pie”.(Che Guevara)

Cuando las leyes no responden a los intereses comunes

“La Política siempre busca el bien común”
Aristóteles

La totalidad de los intelectuales de la política manifiesta el mismo discurso de bondad, paz y amor, pero ninguno actúa en consecuencia. Las superestructuras ideológicas siempre marchan por detrás de la estructura, lo que marca una incipiente brecha entre la teoría y la práctica. Bajo dicho lema, se excusa eternamente la inoperancia del sistema legal, quien ya a demostrado en incontables oportunidades su ineficacia.
Nuestro sistema Jurídico no busca el bien común, y en caso de hacerlo, evidentemente no lo encuentra. Salga a la calle, observe su mundo durante solo diez minutos: las marcas de la injusticia, de la opresión y la pobreza intencional y justificada se encuentran por doquier, asfixiando a los marginados y enriqueciendo aún mas a los que ya poseen el Capital.

La Superestructura Jurídica Nacional

Política: Lucha de intereses
disfrazada de debate de principios”
Ambrose Bierce

¿Qué sucedería si, por un instante, consideraríamos que todas las leyes, que durante años nos rigieron y en las que ciegamente confiamos, son solo un invento burgués, una excusa de los poderosos para legitimar la opresión de los mas débiles y los desamparados, pilar fundamental para la existencia y perpetuación de su “distinguida clase”?
Todo lo que usted considera justo, todo aquello por lo que vela y lucha cotidianamente, solo lo convierte en cómplice de esta máquina asesina de humildes y desamparados que llamamos y veneramos bajo el nombre de Estado.
Usted también es responsable, inconsciente o conscientemente, de cada niño que llora en las calles, de cada joven que se suicida, de cada lágrima que el hambre inspira en cada desamparado de su sociedad. Relájese, siempre se puede culpar de todos los males del universo a los demás, así que desquitémosnos con la Constitución.

El Derecho Constitucional

“De la piel para dentro comienza mi exclusiva jurisdicción”
Escohotado

Nuestra constitución, la “ley de leyes, madre de todas las demás normas jurídicas de la Nación Argentina” es analizada, comprendida, dentro de lo que denominamos “Derecho Constitucional”. ¿De qué se ocupa el mismo? Como su nombre lo indica, traza los lineamientos mínimos y básicos que constituyen a una nación, es decir, la organiza social y jurídicamente.
Nadie puede discutir lo anteriormente enunciado, puesto que dicha concepción es compartida por juristas, jueces y la sociedad en su conjunto. Lo que pocos indagan son los intereses que subyacen, ya sea explícita o implícitamente, a dicha organización. ¿Con qué fines, respondiendo a que tipo de interés se estructuró el sistema legal de nuestra Nación Argentina? ¿A qué sector social se favoreció con el mismo? ¿Qué concepciones sociales y antropológicas fundamentaron las “leyes matrices”?.
Debido a la extensión y el arduo trabajo que representaría responder a todas estas interrogantes, evitaremos entrar en amplias y complejas conceptualizaciones teóricas e intentaremos abordar la mayoría de estos puntos como un eje transversal que oriente el fluir conceptual del presente escrito.

¿Quiénes fueron los primeros constituyentes?

“Los intereses creados obstruyen la Justicia”
José Ingenieros

El 24 de Diciembre de 1852, se designa una “Comisión de negocios Constitucionales”, para redactar el proyecto de Constitución, es decir son los autores materiales de “la Ley de Leyes”. Dicha comisión fue integrada por los diputados Pedro Díaz Colodrero (Corrientes), Martín Zapata (Mendoza), Juan del Campillo (Córdoba), Juan María Gutiérrez (Entre Ríos), José Benjamín Gorostiaga (Santiago del Estero), Manuel Leiva (Santa Fe), Pedro Ferré (Corrientes).
Si bien, el no haber realizado una investigación más exhaustiva sobre el origen social y la biografía de los nombrados personajes es una falencia del presente trabajo, me permito el atrevimiento de intuir que ninguno de ellos, o quizás solo una ínfima minoría, provinieron de las clases bajas, de etnias autóctonas o de sectores populares. Por los apellidos de los mismos, se puede inferir una gran influencia de extranjeros y un cierto “aire burgués” en sus condiciones ideológicas, que favorecieron notablemente a los terratenientes de la época.
El texto constitucional aprobado por el Congreso el 30 de Abril de 1853 fue sancionado el 1 de Mayo del mismo año, sufriendo posteriormente múltiple reformas, siendo la mas importante la realizada en 1994, bajo el gobierno del presidente Menem, máximo representante del modelo económico neo-liberal en nuestro país, y responsable directo de un gran porcentaje de la miseria y pobreza actual de nuestra Nación.

Fundamentos antropológico-filosóficos originarios

¿Bajo que concepción de persona, buscando qué tipo de ciudadanos se elaboró nuestra constitución?. Está demás aclarar que fue creada por “grandes caballeros”, en su mayoría extranjeros, que diseñaron un proyecto de país acorde a los “grandes Lordes Ingleses”, envidiando a los “Ilustrados Franceses” y promulgando los ideales del gran país democrático del momento, “EE.UU” (que aniquilaba, explotaba y abusaba de africanos, nativos americanos, y cuanto “ser inferior” se cruzara en su camino). Es decir, los mitos, modales y costumbres de una despreciable sociedad burguesa, como lo fue la inglesa de mil ochocientos, la igualdad formal ante la ley (artículo 16 de nuestra Constitución) y desigualdad real ante los tribunales característica de los franceses después de su revolución, sumado a la hipocresía del sistema democrático liberal de mente comerciante y capitalista de los EE.UU, se convirtieron en los valores a imitar por nuestros constitucionalistas.
No debemos olvidarnos de ese otro virus que la burguesía acarrea de la mano, debido a su probada eficiencia como instrumento de sometimiento a través del miedo y la culpa, que llamamos Iglesia Católica. ¿Qué nos dice el Artículo 2º de Nuestra Constitución? “El Gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico romano”. Desde sus orígenes, la constitución nos condenó a venerar los yugos impuestos por una institución cuyos intereses siempre estuvieron al servicio del poder económico y político de las grandes potencias.
A continuación, analizaremos brevemente algunos artículos que dejan al desnudo los intereses económicos y de opresión que subyacen bajo nuestras adoradas leyes.

Breve análisis de la Constitución Argentina

“Acatar la ley es un acto de disciplina,
Pero a veces implica una inmoralidad”
José Ingenieros

Si observamos nuestra constitución, parecería, en líneas generales, promulgar la igualdad de todos los habitantes de la República Argentina. Pero, observando un poco mas profundamente, se descubren los verdaderos intereses que esconde la misma.
Los primeros artículos, hasta el octavo, trazan los lineamientos básicos de la organización del país. Desde allí hasta el artículo doce, el tema mas importante a tratar parece ser organizar el sistema comercial del país, siendo el “Dios Mercado” la máxima preocupación de los constituyentes después de que el país quedara organizado. El artículo 14 y 14 bis están dedicados a legislar a los trabajadores, atribuyéndoles derechos y beneficios que nunca iría a cumplir.
El Artículo 15 promulga la inexistencia de esclavos en la República Argentina, pero se olvida de aclarar que se los comenzará a llamar “Asalariados”, es decir, se los explotará a bajo costo, se los humillará con un suelo ridículo y con muchas mas libertades que a un esclavo. “La economía latinoamericana es una economía esclavista que se hace la postmoderna: paga salarios africanos, cobra precios europeos, y la injusticia y la violencia son las mercancías que produce con mas alta eficacia” (Eduardo Galeano)
El Artículo 16 aclara que “la Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento, no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza”. Dicho artículo suena ridículo si hoy, 150 años después de su promulgación, es sabido que la portación de apellido marca un linaje indiscutido y que la herencia de capital otorga el estatus que antaño representaba las prerrogativas de sangre. Los Macri, los García Belsunce, y el resto de los adinerados del país y la provincia, son asociados del sistema legal y dueños de la impunidad y la justicia, puesto que esta responde a los intereses de los grandes mercaderes y a los poseedores del capital.
El artículo 18 deja en evidencia el carácter proteccionista del capital que inspiró nuestra constitución, puesto que garantiza que “la propiedad es inviolable y nadie puede ser privado de ella”. ¿Y los miles de cadenciados que son privados de la propiedad privada por el mismo sistema?. Dicho artículo debería aclarar: “Nadie que posee con anterioridad propiedad privada, puede ser privado de ella”. Los otros, los marginados y olvidados, por nunca haber poseído nada, el estado no garantiza su derecho a la propiedad.
El artículo 19 denota una clara contradicción entre teoría (ley) y práctica (su aplicación). Según el mismo, “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y la moral pública, ni perjudique a un tercero, están reservadas solo a Dios”, pero en la práctica, no se legaliza la portación ni venta de Marihuana, ni se autoriza la eutanasia, ni los abortos, etc., inmiscuyéndose el derecho en acciones privadas, debido a los interés dogmáticos de la misma a responder en beneficio de un determinado sector de la sociedad. Por ejemplo, legalizar la Marihuana, acabaría con uno de los negocios millonarios mas grande del país, hecho que evidencia la estrecha relación entre poseedores del capital y Derecho Constitucional.
El artículo 21 atropella la libertad individual, convirtiendo en persona violenta y asesina a todo aquel que así no lo quisiera, puesto que enuncia que “todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución”. La sociedad, si fuera medianamente pensante y crítica, no solo estaría en contra de la “gran y sublime constitución”, sino que a su vez, se negaría a dar la vida por un “país” que los oprime, castiga y explota a cambio de una ciudadanía que no le aporta beneficios. Es estúpido armarse en defensa de quién nos oprime y pretender que se defienda una Constitución que legitima el caos que rige nuestras vidas. Además, como un dato extra, el estado, que en artículo segundo se declara apostólico católico romano, entre cuyos máximos preceptos se encuentra el de “no matar”, es interpretado a conveniencia del Estado, avalando las guerras. O el Estado debiera ser laico (posición que suena como la mas razonable) o debería tomarse en serio sus propias leyes.
Los artículos mas desopilantes, son los que analizaré a continuación. Luego de recorrer la totalidad de los derechos y obligaciones enunciados en “nuestra“ Constitución Nacional, no se puede encontrar ninguno que asegure la posesión de una vivienda digna, acceso a la educación pública y gratuita, a la atención dentro de un sistema de salud que no represente ningún tipo de costo para el usuario, etc. si bien, estos derechos están nombrados a medias en el artículo catorce y catorce bis, el primero de ellos es insuficiente, pareciendo estar incompleto y el segundo, solo otorga tales derechos a los trabajadores en relación de dependencia, es decir, que los particulares, los emprendedores, pequeños comerciantes y desocupados no son amparados por dicho artículo.
Otro de ellos, el cuarenta y dos, sentencia lo siguiente: “los consumidores y usuarios de bienes y servicios tiene derecho, en relación de consumo, a la protección de la salud, seguridad e intereses económicos.” Es decir, poseemos ciertos derechos en cuanto tenemos la posibilidad de consumir, es decir, de ser parte activa del sistema económico imperante. En cuanto no poseemos los medios para consumir, es decir, dinero, no podemos acceder a ciertos derechos.
El artículo cuarenta y uno parece arrimarse a lo buscado, pero se inclina mas hacia las características ambientares, es decir, ecológicas. Y, dicho sea de paso, tampoco se cumple.
Si bien, puede que la falta de profundización en el estudio de la constitución lleve a la mal interpretación y/u omisión de algún artículo que asegure realmente la satisfacciones de necesidades básicas de todos sus habitantes, sin relación de trabajo ni obligación de consumo, tal artículo no se cumple, puesto que la situación actual de desempleo e indigencia denuncia la incapacidad de la Constitución Nacional para hacer cumplir lo que ella misma reglamenta.
Ante lo expuesto, deberíamos hacer valer el artículo cuarenta y tres de la Constitución Nacional, que avala a todas las personas para que éstas “puedan interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio m idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva”. Con todo esto, debemos denunciar por incompetencia a la Constitución..¡¿Ante la propia Constitución?!. Así entendida, la Constitución terminaría por refutarse a si misma.
Ya sea por omisión o contradicción interna, actualmente nuestro aparato legal no responde eficazmente, ni en mínima parte, a las necesidades, problemas y circunstancias de nuestro acontecer histórico-social.

A modo de conclusión

Primeramente, se agradece la atroz incapacidad de los gobernantes contemporáneos, porque gracias a su mal ejemplo y al asco que derrama cada una de sus acciones, los espíritus críticos siempre encontrará contra quien ejercer sus capacidades, aunque un sueño digno de ser soñado es aquel en el que algún día tal acción se convierta en innecesaria, no por la muerte absoluta de los espíritus de rebeldía, sino por el destierro eterno de la estupidez, la avaricia y la acumulación del capital de nuestras vidas.
La constitución, en ningún momento, marca un límite a la acumulación del capital, y quizás sería eficiente si la misma no respondería a intereses económicos particulares y su cumplimiento y respeto fuera real, pero lamentablemente, lleva más de ciento cincuenta años demostrando su incompetencia. Donatien Alphonse Francois, mas conocido como el Marqués de Sade, analizando la realidad de Francia en los años posteriores a la Revolución Francesa (proceso netamente burgués), considera que la ley solo sirve para que el pobre quede encadenado al rico, es el arma del mas fuerte contra el mas débil, promoviendo así la injusticia.
Adam Smith, padre del capitalismo y la teoría liberal, luego de justificar la división del trabajo, en su obra titulada “La Riqueza de las Naciones” propone: “si la sociedad está bien conducida, se genera una opulencia que llega hasta sus clases mas pobres. Cada uno produce mas de lo necesario y puede proveer a otros, por lo cual se expande la abundancia a todos los sectores de la sociedad”. Esto indica que hasta los máximos capitalistas consideraban la distribución de la riqueza y el excedente como base de la igualdad de la sociedad. Mas adelante, Smith sentencia: “sin el esfuerzo colaborador de miles de seres humanos, no podría disponerse de lo que se estima mínimo y necesario”.
Lenin considera al Imperialismo como la fase superior del capitalismo, como una herramienta financiare de dominación y sometimiento, que nosotros adoptamos voluntariamente y sin tomar los recaudos necesarios, razón por la cual, aunque la producción sea social, la propiedad sigue siendo privada. Siguiendo a Lenin, diremos que los grandes bancos eliminan a los pequeños, constituyendo un monopolio. El mundo está repartido entre las asociaciones de capitalistas, que conforman las grandes potencias. Son éstas (EE.UU, Inglaterra, la Unión Europea y actualmente China y Japón) las que presionan a los países de economías mas pequeñas, como el nuestro, para que elaboren políticas económicas (y sus consecuentes leyes a beneficio de las economías extranjeras) acordes y en pos de sus propios intereses neo-imperialistas.
Vivimos bajo un régimen pseudo-democrático, que llama libertad a la opción de elegir entre los males al menor de ellos, donde lo legal es sinónimo de lo compatible con los intereses de los poderosos, donde la salud es un lujo burgués y la educación una sociedad anónima. Las leyes responden a lo que dicta el “Dios Mercado”, que convierte en negocio todo lo que toca, agigantando cada vez mas la brecha entre los que tienen y los que no, aislando, oprimiendo y dejando fuera de este de este mundo a todos aquellos que no pueden acceder a sus carísimos beneficios.
La responsabilidad nunca es de un sistema u otro, puesto que solo son ideas, sino que los culpables son la inoperancia de los sujetos que deben aplicarla, ponerla en práctica y hacerla valer, es decir, los gobernantes, jueces, juristas y nosotros mismos.
Las opciones posibles son las siguientes: a los artículos de la Constitución nacional son erróneos, insuficientes e ineficaces, debiendo ser modificados a la brevedad, o debemos juzgar a todos los actores sociales responsables de su cumplimiento. La totalidad de los jueces es ininputable, puesto que solo responden a lo reglamentado por la constitución, que presenta tantos baches que termina por estar más compuesta de nada que de senderos de justicia.
Ante ello, deberíamos modificarla en su totalidad, pero tendiendo en cuenta que responde a intereses económicos de una estructura de marcado, lo que deberíamos cambiar es dicha estructura y las relaciones de producción inherentes a la misma, es decir, el único cambio radical posible es una revolución de los modos de producción, como enunció Marx.
Se recomienda, en una futura revisión de la misma, incluir los siguientes artículos inexistentes:

1º Artículo Inexistente: La presente constitución será revisada y modificada en consecuencia, para que cumpla con su deber de asegurar vivienda digna, salud, alimentación y educación gratuita real (no de palabra) a todos sus habitantes, sin establecer diferencias entre ellos por país, etnia, ideología, elecciones privadas de vida y/o condición económica de las que provengan.
2ª Artículo Inexistente: Se reverán todos los artículos de la Constitución Argentina, despojándola de su carácter clasista, sus intereses capitalistas y sus leyes de justificación del poder y la opresión.
3º Artículo Inexistente: El Estado garantiza que ningún habitante de la Nación argentina acumulará para sí ningún tipo de excedente mientras otro habitante de la misma república presente sus necesidades básicas insatisfechas.
4ª Artículo Inexistente: El Estado garantizará la libertad absoluta de sus habitantes, tanto de sus acciones públicas como privadas, mientras estas no afectasen la integridad física y/o moral de terceros.
5º Artículo Inexistente: El Estado garantiza que la Nueva Constitución Nacional cumplirá su función de “ley de leyes”, y no será solo un adorna burocrático que justifique la opresión y la perpetuación de los poderosos.

Este escrito puede ser entendido como el delirio de un idealista, pero a decir del propio José Ingenieros: “los ideales son visiones que se anticipan al perfeccionamiento de la realidad”

JUAN PABLO ALBA

Bibliografía

Constitución de la República Argentina
Lenin, V.I. “Imperialismo, fase superior del Capitalismo”
Ingenieros, José. “El Hombre Mediocre”/ “Las Fuerzas Morales”
Francois, Donatien. “Filosofía en el Tocador”
Smith, Adam. “La Riqueza de las naciones”
Galeano, Eduardo. “Patas Arriba”
Albano, Sergio. “Cultura Cannabis”
Aristóteles. “La Política”
Rousseau, J. J. “El Contrato Social”
Kant, Imanuel. “La Paz Perpetua”
Locke, John. “Ensayo Sobre el Gobierno Civil”
Dolina, Alejandro. “El Libro del fantasma”
Carpio, Adolfo. “Principios Elementales de Filosofía”
Hobbes, Thomas. “Leviatán”
Sastre, Jean Paul. “El Existencialismo es un Humanismo”
Spiguel. “Clases de Psicología Social”
Quiroga, Ana. “Crítica a la Vida Cotidiana”
Riviere, Pichón. “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”
Bierce, Ambrose. “El Diccionario del Diablo”
Bourdieu, Pierre. “La Dominación Masculina” “La Violencia Simbólica” “Virilidad y Violencia” “Habitus y Dominación por el Lenguaje”.
Habermas, Jurgen. “Conocimiento e interés”
Adorno y Horkheimer. “La Industria Cultural como Procese de Mitificación de Masas”
Benjamín. “El Arte en su Época de Reproducción Técnica”
Leakey. “Los orígenes del hombre”

La Nula Producción Intelectual en el IFD Nº5 "José Eugenio Tello"

Fundamentación:

Debido a las exigencias del Ministerio Nacional de Educación pautadas para los Institutos Superiores no Universitarios de todo el país, a fin de que estas alcancen en sus títulos una acreditación a nivel Nacional, es menester fomentar la producción institucional de materiales documentales bibliográficos, en sus diversas áreas y géneros (investigaciones, ensayos, tesis, etc.).
Considerando que, actualmente, el Instituto de Formación Docente y Continua Nº5 “José Eugenio Tello” carece de un departamento de publicación y/u otro sector académico dedicado a la socialización y edición del material intelectual producido por los integrantes del mismo, la investigación de las causas institucionales que imposibilitan dicha labor es condición urgente, si se pretende alcanzar una educación de calidad que mengüe la incipiente escisión entre teoría y práctica, exteriorizando los conceptos de las aulas y confrontándolos con la realidad, tornando mas estrechas las relaciones entre la nombrada institución educativa y la sociedad en la que se encuentra inmersa.

Problema: nula producción bibliográfica de editorial propia del IFD Nº5 ”José Eugenio Tello”

Preguntas:
¿Qué factores institucionales impiden la producción bibliográfica editorial de la institución?
¿Cuáles son los espacios de producción intelectual que promueven los docentes, dentro de sus actividades pedagógicas?
¿Qué herramientas o facilidades brindan los distintos departamentos de la institución que favorezcan la producción intelectual?
¿De qué manera influyen las condiciones socio-económicas en la producción intelectual de la institución?
¿Se evidencia producción intelectual socializada por fuera de los departamentos oficiales de la institución? De ser así, ¿Cómo se realiza la misma?
¿Qué condicionamientos y libertades otorga la Ley Federal de Educación a la producción intelectual de las Instituciones no Universitarias? ¿Se percibe algún tipo de intereses (económico, social, de dominación, etc.) inmersos en esta situación? ¿Cuáles? ¿Por qué?
Hipótesis: La nula publicación de documentos bibliográficos del IFD Nº5 puede deberse a:

La inactividad y/o inoperancia de los agentes (Jefes de área, departamos, cuerpo directivo) a cargo de la nombrada institución.
La inactividad y/o inoperancia de los docentes que se desempeñan e esta institución.
El escaso presupuesto percibido por la misma.
Desorganización burocrática.
Ausencia y/o falta de acuerdos interinstitucionales.
Desinterés e inoperancia por parte de los Ministerios de Educación y el Estado en general
Técnica de recolección de datos: Investigación documental, entrevistas y/o encuestas a docentes, alumnos y dirigentes de la Institución.

Estado de la cuestión:

Ley federal de Educación

La Ley Federal de Educación, sancionada en 1993 y puesta en crítica y reforma en el presente año, en cuanto a los Institutos de Educación no Universitaria, enuncia:
Artículo 18°- La etapa profesional de grado no universitario se cumplirá en los institutos de formación docente o equivalentes y en institutos de formación técnica que otorgarán títulos profesionales y estarán articulados horizontal y verticalmente con la universidad.
Artículo 19°- Los objetivos de la formación docente son:
a) Preparar y capacitar para un eficaz desempeño en cada uno de los niveles del sistema educacional y en las modalidades mencionadas posteriormente en esta ley.
b) Perfeccionar con criterio permanente a graduados y docentes en actividad en los aspectos científico, metodológico, artístico y cultural. Formar investigadores y administradores educativos.
c) Formar al docente como elemento activo de participación en el sistema democrático.
d) Fomentar el sentido responsable de ejercicio de la docencia y el respeto por la tarea educadora.
Artículo 20°- Los institutos de formación técnica tendrán como objetivo el de brindar formación profesional y reconversión permanente en las diferentes áreas del saber técnico y práctico de acuerdo con los intereses de los alumnos y la actual y potencial estructura ocupacional
En cuanto a las Universidades, aclara:

Artículo 21°- La etapa profesional y académica de grado universitario se cumplirá en instituciones universitarias entendidas como comunidades de trabajo que tienen la finalidad de enseñar, realizar investigación, construir y difundir bienes y prestar servicios con proyección social y contribuir a la solución de los problemas argentinos y continentales.
Producción Intelectual

La Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, entiende por “producción intelectual” la producción de escritos científicos, literarios y humanísticos, la producción de obras artísticas, y la producción de inventos, diseños o desarrollos tecnológicos originales, profesionales y/o Académicos publicados dentro de su ámbito formal.
Estos pueden ser:
· Escritos Científicos, Técnicos y Humanísticos editados y publicados.
· Ensayos, Artículos en Revistas Indexadas Nacionalmente, Capítulos Escritos en Libros Colectivos o Reseñas Bibliográficas publicadas en revistas científicas
· Artículo en Revista Indexada Internacionalmente
· Ponencia Presentada en Evento Científico (previa evaluación y aceptación de la misma por parte de un jurado examinador de carácter académico)
· Traducción de una Obra Ajena
· Obras Artísticas
· Inventos, Diseños y Desarrollos Tecnológicos y Culturales Originales.
Bibliografía Institucional

La Biblioteca del Profesorado de Filosofía del Instituto “José Eugenio Tello” cuenta con 81 libros, ninguno editado por parte de la Institución. Entre las disertaciones y material de jornadas filosóficas, cuenta con solo dos producciones a nombre de la Institución, de un total de 29 textos. Del “Material de lectura disponible en cartillas” de un total de 12 títulos, ninguno pertenece a producciones de la institución. Bajo el rubro”Material de producción del profesorado de filosofía”, se consignan 17 ponencias, todas elaboradas en espacios curriculares de la institución pero ninguna de ellas editada de manera formal.
Al visitar los diversos departamentos, no se pudo constatar la existencia de un departamento editorial o dependencia similar del Profesorado que pudiera cumplir dicha tarea.

Situación Institucional

Actualmente, la Institución analizada carece de producción intelectual editada y publicada de manera formal, así como tampoco posee un departamento de publicación y/o dependencia similar que pudiera cumplir dicha función. Son inexistentes las articulaciones académicas y/o convenios con otras áreas académicas y/o de publicación universitarias eficientes.
La coordinadora general del área de Filosofía de IFD Nº5 “José Eugenio Tello”, en entrevista exclusiva, señalo el nulo presupuesto percibido por parte del Estado como la principal causa de la inexistencia de un departamento de publicación, como así también a la cuota de cooperadora aportada por los alumnos como el único ingreso de la Institución.
Desarrollo teórico-crítico:

Los datos e información recabados, que esbozan primariamente el estado de la cuestión a analizar, serán examinados bajo la luz del paradigma socio crítico, cuyas características principales se resumen a continuación:
Esta propuesta surge afirmando que es imposible obtener conocimientos imparciales, ya que es falsa la neutralidad de la ciencia propugnando un cambio social con mayor o menor radicalidad lo que implica el compromiso del investigador para promover dicho cambio.
Los pioneros de esta orientación son los investigadores de la llamada Escuela de Frankfurt en donde afirmaban que "la función de la ‘teoría crítica’ era analizar detalladamente los orígenes de las teorías en los procesos sociales, sin aceptarlas de inmediato como hacían los empiristas y positivistas, ya que ello sería aceptar implícitamente procesos y condiciones de los que el hombre ha de emanciparse". (citado en Encarta, 2005).
La investigación crítica está decididamente comprometida, no ya con la explicación de la realidad, tampoco con la comprensión de la inteligibilidad que los sujetos tienen de la misma, sino con la transformación de esa realidad desde una dinámica liberadora y emancipadora de los individuos implicados en ella. (Pérez, 1994)
La intencionalidad de construir conocimiento desde la perspectiva dialéctica es conocer la realidad para transformarla. (Melchor y Martínez, 2002)
El paradigma sociocrítico se acerca conceptualmente al interpretativo en tanto se basa esencialmente en un enfoque ideográfico, sin embargo diverge de éste en que añade un componente ideológico con el fin de transformar la realidad.
Sus orígenes se remontan a los trabajos desarrollados por la Escuela de Frankfurt, en especifico, las elaboraciones de T. Adorno y otros, y seguida prominentemente por J. Habermas.
Esta llamada "ciencia social crítica", en sus acercamientos esporádicos a la teoría marxista, es considerada una metateoría que establece una perspectiva novedosa acerca de la comunicación-conocimiento-acción; en sí, se constituye en un proceso "activo" de construcción de teorías y prácticas.
En resumen, este enfoque expresa:
El investigador toma partido en la realización de la investigación, haciendo valer su concepción ideológica a fin de generar transformaciones en sus resultados. La postura ideológica es vista como un grupo de creencias que permiten tener un criterio ante la vida.
No es su propósito "develar" las ataduras ocultas sino sacarlas a la superficie y romperlas conscientemente para transformar la realidad de las personas que son sometidas en su praxis histórica.
Está directamente relacionado con el factor de poder que estructura la interacción social. Descubre en el trabajo los aspectos que llevan a la alienación, y en el lenguaje los aspectos que lo convierten en instrumento de manipulación.
Analiza lo que se esconde detrás de la comunicación falseada que se da en una sociedad dividida en clases y los factores que impiden para que ella se libere.
Estudia los aspectos afectivos que hacen invisibles las formas de dominación en esa sociedad y que, a la larga, se convierten en ataduras invisibles al sistema social. Por eso orienta el conocimiento para autoemanciparse y autoliberarse en ese contexto.
Trata de conocer y comprender la realidad como praxis.
Une la teoría y la práctica; esto es, conocimiento, acción y valores.
En materia de investigación educativa trata de involucrar al docente a partir de la autorreflexión.
En lo que respecta a la investigación educativa expresa que esta es una actividad contextuada históricamente y es: a) social y con consecuencias sociales; b) moral, pues se aspira a una sociedad más racional y justa; c) política, porque influye a los actores sociales para que tengan la posibilidad de acceder a una vida mejor; d) problemática, atendiendo al carácter contradictorio y conflictivo del proceso educativo, el cual genera incertidumbres. En ese contexto situacional se desarrolla la práctica, que es estratégica y sistemática, y necesita permanentemente de la investigación.
El docente (práctico) toma decisiones y reflexiona críticamente acerca de ellas con la ayuda de una "comunidad autocrítica".
Expresa una forma distinta de comunicación-conocimiento-acción en la cual se reconceptualizan los significados de los conceptos "teoría", "práctica" y su relación. La primera es vista como un conjunto de supuestos, creencias, saberes que utiliza el práctico para redefinirla. Pero la teoría no deriva, ni refleja la práctica puesto que ella aparece cuando el sujeto reconsidera racionalmente las creencias y las justificaciones existentes y en uso. En tal situación el papel de la teoría está dado en que informa y transforma los modos en que la práctica se entiende y materializa puesto que no la precede. El paso de la teoría a la práctica enfrenta una secuencia de lo irracional a lo racional, de lo inconsciente a lo consciente, de lo mecánico a lo reflexivo. La práctica, se dice, es teoría en acción.
Este enfoque y el interpretativo comparten el criterio de lo práctico y tienen en cuenta aspectos derivados del contexto, cualesquiera que sean, en que el sujeto se desempeña ya que este puede llegar a limitar o deformar el proceso crítico-reflexivo. Su diferencia estriba en que el segundo otorga importancia al tratamiento individual; en tanto el primero hace énfasis en el carácter colectivo a través de la "comunidad crítica".
En lo referido a la convalidación de los conocimientos, además de tomar del reflexivo los términos de comunicabilidad y coincidencia interpretativa, añade las condiciones necesarias para que pueda tener lugar el "diálogo libre, abierto y democrático" entre el teórico y el práctico.
Su praxis está orientada por la phronesis que es la disposición moral a obrar correcta y justificadamente en cualquier circunstancia.
Es objeto de interés emancipar, criticar e identificar el potencial para el cambio. Analiza la realidad.
Para las llamadas tendencias "cualitativas" la realidad es construida, holística, divergente y múltiple. Para este realidad es construida, holística, compartida, histórica, dinámica y divergente.
Los sujetos se interrelacionan estrechamente pues existe una relación influida por el fuerte compromiso para el cambio. El investigador es un "sujeto más".
Sus propósitos para la generalización de los resultados son idénticos a los expresados en la posición teórico-metodológica estudiada.
Los criterios de calidad están dados en la intersubjetividad y la validez consensuada.
Los métodos y técnicas de mayor uso son el estudio de casos, las técnicas participativas y lo que denominan técnicas dialécticas, que no son otra cosa que una combinación de estos.
Este resumen de los principales supuestos teóricos del paradigma sociocrítico, elaborado según la perspectiva del Dr. Evelio F. Machado, nos servirán de base para analizar las respuestas obtenidas en las entrevistas.
En cuanto a los alumnos, desde su perspectiva, casi la totalidad confiesa no trabajar materiales elaborados por sus docentes, a excepción de un caso. En cambio, cuando se les preguntó si utilizaban materiales de otros autores locales, las respuestas fueron afirmativas en el 80% de los casos, es decir, que los alumnos consideran que los docentes son mas propensos a utilizar materiales de otros autores regionales y/o de colegas que producciones propias.
En cuanto a los espacios generados por los docentes para la producción intelectual, los alumnos manifestaron que estos son muy pocos o inexistentes, a excepción de algunos casos, mayoritariamente en las áreas disciplinares. Este dato contrasta con una realidad manifestada por los alumnos en las encuestas: el 80% se dedica o le gustaría escribir cuentos, poesías y ensayos. Por lo expuesto hasta aquí, se expresa la necesidad de que los docentes promuevan más espacios para la libre producción de sus alumnos, como así también se deberían tomar las medidas institucionales pertinentes que garanticen la presencia de dichos espacios.
Los alumnos encuestados, en su totalidad, se manifestaron interesados en acceder a las producciones de demás integrantes de la Institución, a su vez que se mostraron gustosos de participar en algún tipo de proyecto editorial, por considerarlo fundamental para su progreso personal intelectual y académico.
Desde la perspectiva docente, el 60% manifiesta utilizar bibliografía propia, mientras que el resto afirma no utilizar materiales propios, aunque si utilizan los producido por sus colegas de la región. Los mismos resultados arrojaron las encuestas a los alumnos: los docentes tienden a utilizar bibliografías de colegas, pero no propias.
Curiosamente, en contraposición a lo enunciado por los alumnos, el 100% de los profesores aseguran generar espacios que fomenten la producción de los alumnos, especialmente de ensayos, por considerarlos útiles para el enriquecimiento del proceso de aprendizaje del alumno, a la vez que lo dota de herramientas esenciales para su futuro desempeño profesional.
Todos los docentes encuestados aseguran producir material intelectual, en su mayoría ensayos y artículos libres, así como también manifiestan su interés por compartirlos con el resto de la comunidad educativa y de poder acceder a los escritos por colegas y/o alumnos. En este punto, se encuentra otra coincidencia con los alumnos entrevistados: la necesidad de compartir lo producido por uno mismo y de poder acceder a lo producido por los demás. Los docentes nombraron, como espacios promovidos por la institución para el intercambio de producción, a las jornadas y las investigaciones, aunque reconocieron que son muy pocos, condicionados principalmente por las carencias presupuestarias. Cabe destacar que el 100% de los profesores se muestra predispuesto a participar de proyectos editoriales, por considerarlos fundamentales para el aprendizaje, interesantes, enriquecedores, etc.
Entrevistando a la Coordinadora del área de Filosofía de nuestra institución, se pudo recabar información pertinente a la temática tratada. Los puntos más importantes de dicha entrevista pueden resumirse diciendo:

Si la Institución no cuenta con presupuesto por parte del estado que cubra las necesidades mínimas, mucho menos puede hablarse de realizar publicaciones y/o emprendimientos editoriales.
El único ingreso significativo de la Institución, es la cuota de cooperadora aportada por los mismos estudiantes.
Por mas que los responsables ministeriales comparan los IFDC con las Universidades, no se crean las condiciones físicas y/o simbólicas para que puedan funcionar de la misma manera o mejor.
No se proporcionan, a diferencia con las Universidades, becas de perfeccionamiento, subsidios de investigación, posibilidades de publicación, etc.
Es imposible la instauración de un departamento de publicación propio en estas condiciones, pero si sería beneficioso realizar convenios con las Universidades, pero la iniciativa requiere del interés de ambas partes, y este no parece manifestarse.
Las actividades intra e interinstitucionales no tienen gran impacto social, debido a que las mismas no se difunden masivamente.
Sólo se realizan jornadas, con la exclusiva participación de docentes y alumnos, pero de la misma institución.
Una actividad que se está realizando, fuera del área de filosofía, es la publicación de una reviste por parte del área de letras.
La totalidad de los entrevistados concuerdan en la importancia intelectual que la producción de este tipo de materiales representa para cualquier comunidad educativa, y para la nuestra en principal. El interés manifiesto de los mismos por compartir, difundir y acceder a lo producido por los demás sujetos de la institución denota la urgencia de una solución a la carencia educativa que representa la temática abordada.
La única negativa a participar de un emprendimiento editorial a realizarse en la institución, fue realizada bajo la explicación de “no poseer tiempo”, hecho que no denota desinterés en dicha actividad, sino que devela el carácter alienante de la tarea docente actual.
El sistema nos oprime de diversas formas, siendo no solo el factor económico la herramienta fundamental de exclusión y discriminación, sino también la enajenación de los sujetos.
El incumplimiento de tareas y obligaciones por parte del estado, sumado al desinterés “clacisita” de las Universidades a colaborar con el progreso de las Instituciones no Universitarias, ejercen una fuerte resistencia a las iniciativas de estas instituciones, cuya imagen social está desprestigiada, porque son marginadas estatal y académicamente.
Las superestructuras ideológicas responden a intereses económicos particulares y la monopolización del capital simbólico cultural de la provincia llevada a cabo por las universidades privadas, imposibilitan los emprendimientos particulares de las otras instituciones que no pueden acceder a los beneficios otorgados por la posesión del tan fundamental “dinero”.
Ante un estado que no cumple mínimamente con sus obligaciones, solo podrán superarse las problemáticas actuales gracias al emprendimiento particular de los implicados en las mismas.
Si el total de los encuestados manifiesta querer compartir sus producciones, poder acceder a lo producido por sus pares, colegas y profesores, si en la totalidad de los casos analizados se manifiesta predisposición hacia la participación en tareas de producción intelectual ¿porqué permitir que la inoperancia gubernamental o las limitaciones económicas interpongan barreras a nuestra formación académica?¿Porqué no llevar a cabo una iniciativa institucional, donde docentes, alumnos y comunidad educativa en general colaboren mutuamente para la concreción de un mismo objetivo?.
La posibilidad de cambiar y transformar nuestro mundo está en nuestras manos, y como decía Lenin “O eres parte del problema, o eres parte de la solución. Actúa”.

Propuestas superadoras:

Como posibles medidas a tomar, para llegar a una solución de la problemática abordada, se recomiendan las siguientes opciones:
· Iniciar las tratativas burocráticas debidas para lograr un articulación con el departamento de publicación de la Universidad Nacional de Jujuy, como así también podría realizarse con la Universidad Católica de Salta, puesto que ambas instituciones poseen editorial propia.
· Elaborar un sitio virtual de intercambio de producción Intelectual, donde docentes, alumnos y la comunidad educativa en su conjunto, puedan publicar en espacios informáticos sus producciones escritas y/o audiovisuales, para ser compartidas por todos aquellos que así lo quisieran. (Cabe destacar que dicho servicio se puede obtener de forma gratuita)
· Realizar ante el Ministerio de Educación las presentaciones formales escritas necesarias para obtener el pago de los subsidios gubernamentales que fueran pertinentes, denotando el carácter urgente y beneficioso para la sociedad que representaría el poder publicar las producciones intelectuales del profesorado.