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Ontologicamente, este sitio sólo pretende compartir los trabajos filosóficos, artísticos, educativos, etc. de los Discípulos De Diógenes, un grupito de amantes de la filosofía que desde un remoto lugar del universo, que podría ser su centro, comparten las profundidades más oscuras de su ser con todo aquel lector que así lo desease.
Nacidos en el profesorado de Filosofía del Instituto de Formación Docente y Continua Nº5 "José Eugenio Tello" y guiádos por la sabiduría del espíritu inmortal de Inocencia (nuestra portera que merece el rango de Directora) ofrecemos a corazón abierto nuestras escazas producciones intelectuales. Esperamos sean de su provecho.

¿Quién era Diógenes?

Diógenes es un personaje muy particular dentro de la Historia de la Filosofía: vivía en un barril (como el chavo) y aseguraba que no necesitaba practicamente nada para ser feliz, puesto que era un militante de la desmaterialización de la vida humana.
Fué discípulo de Sócrates y su estilo de vida constituía una burla a las costumbres de la sociedad de su época.
Su estilo vagabundo y picarezco lo inmortalizó como uno de los pensadores más emblemáticos del Cinismo Filosófico.

¿Porqué ser un Discípulo de Diógenes?

Vivimos inmersos en un contexto netamente materialista, dónde el dinero y la tecnofilia desplazaron al pensamiento, los sentimientos y la espiritualidad de la vida cotidiana del hombre postmoderno.
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Un ejemplo para los niños

sábado, 10 de enero de 2009

Las Pasiones

Diversas cuestiones sobre lo cosmológico, antropológico, mitológico, epistemológico…, suscitan en nuestros pensamientos; algunos podrán decir que existen referencias a investigar o verdades que buscar que son mas importantes que otras, tomando como criterio distintas parámetros, entre ellas la vida, el amor, el bien común, etc. En el mito de Sísifo, en lo absurdo y el suicidio, Albert Camus nos dice:
“Nunca vi a nadie morir por el argumento ontologico. Galileo, quien defendía una verdad científica importante, la abjuro con la mayor facilidad del mundo, cuando puso su vida en peligro. En cierto sentido, hizo bien. Aquella verdad no valía la hoguera. Es profundamente indiferente quien gira alrededor del otro, si la tierral o el sol. Para decirlo todo es una cuestión baladí. En cambio, veo que muchas personas mueren porque estiman que la vida no vale la pena de que se viva. Veo a otras que, paradójicamente, se hacen matar por la ideas o las ilusiones que les dan una razón para vivir (lo que se llama una razón para vivir es, al mismo tiempo, una excelente razón para morir). Opino, en consecuencia, que el sentido de la vida es la pregunta más apremiante. ¿Como contestarla?”
El sentido de la vida es un problema fundamental, de acuerdo a este autor, y coincido con el pero creo que el sentido de la vida desde una perspectiva que se refiera a como actuar en la vida. Habiendo dicho esto, es menester explicitar el status questionis.
El trabajo surgió en primer lugar como un conjunto de osadías, el particular deseo de seguir en lo caminos de esta filosofía que todo lo que puede brindarme es puro enriquecimiento personal, develarme a mi mismo, responder y seguir preguntando
En segundo lugar a partir de un interés objetivo, a partir de un discurso que señala que las pasiones deben ser dominadas, reprimidas, eliminadas.
La problematizacion gira en torno a las pasiones, basándose en el concepto de la misma que corresponde a la edad moderna, entendida entonces como aquello que suscita una experimentación en el alma, por lo cual en consecuencia esta resulta alterada.
Las pasiones serán tomadas a partir de Rene Descartes y Spinoza.
Es importante contener nuestras emociones, o eliminarlas, ¿o que se debería hacer con ellas? ¿Que similitudes y diferencias existen entre estos los dos pensadores mencionados con anterioridad?
El sentido de la vida es algo muy importante, y las pasiones juegan un papel determinante a mi entender.
“Sócrates declara en el Fedón, que esta dispuesto a morir mas aun, que esta contento de morir, porque la muerte es un bien para el hombre, al permitir que el alma se libre del cuerpo. Ahora bien, es evidente que nada de esto es verificable (¿y como se haría además, en todo caso, para verificar que en efecto el estado de ánimo de Sócrates era de alegría?) .Pero es todavía mas importante darse cuenta de que ello constituyo el sentido de la existencia de Sócrates, lo que el representa como hombre.”

Aquí podemos ver como nos encontramos en un juego donde se puede exponer que el aspecto emotivo del hombre juega un papel significativo.
En la edad moderna nos hallamos con Rene Descartes y Baruch Spinoza, ambos tratan distintos temas pertinentes a la época y uno de estos nos lleva a las “doctrinas de las pasiones”.
Descartes en su tratado de las pasiones del alma nos dice que existen 6 pasiones fundamentales, que son la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza.
Por otro lado, para Spinoza existen 3 pasiones fundamentales: el deseo, alegría y la tristeza.
Descartes nos dice que la admiración es la primera de todas las pasiones, es una súbita sorpresa del alma que hace a esta considerar con atención los objetos que le parecen raros y extraordinarios. Spinoza nos dice que consiste en la imaginación de alguna cosa, en al que el alma queda absorta porque esa imaginación singular no tiene conexión alguna con los demás.
El deseo para Spinoza es la esencia misma del hombre, en cuanto es concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella. Por otro lado Descartes, señal
“La pasión del deseo es una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el futuro la cosa que le parece conveniente. Así, no se desea sólo la presencia del bien ausente, sino también la conversación del presente, y además la ausencia del mal, tanto del que se padece ya como del que creemos poder recibir en el futuro” .
Continuando con las definiciones de las pasiones, la alegría y la tristeza son dos pasiones importantes para Spinoza, a la primera se la define como el paso del hombre de una menor a una mayor perfección y a la segunda como el paso del hombre de una mayor a una menor perfección. Descartes define en primer lugar a la alegría como una emoción agradable del alma, en la que consiste el goce que esta siente del bien que las impresiones del cerebro le representan como suyo y la tristeza “es una languidez desagradable, en la cual consiste la incomodidad que el alma recibe del mal o de la falta de algo que las impresiones del cerebro le presentan como cosa que le pertenece…”
Por ultimo el amor y el odio, relevantes para Descartes las define como:
“El amor es una emoción del alma causada por el movimiento de los espíritus que la incita a unirse de voluntad a los objetos que parecen serle convenientes. Y el odio e una emoción causada por los espíritus que incita al alma a querer separarse de los objetos que se le presentan como nocivos.” . Spinoza en sus definiciones nos señala que el amor es una alegría acompañada por la idea de una cauda exterior y el odio es la tristeza acompañada por la idea de una causa exterior.
En dichos conceptos vemos como ambos pensadores, tienen una noción particular de los conceptos nombrados, y esto radica en su concepción, ya que específicamente las describen como nocivas para el razonamiento, de esta manera es importante mencionar las nominativos básicos de su pensamiento filosófico, a partir de los cuales surge esta clasificación y poder entender como comportase frente a ellas que es la idea principal que se trata de desenvolver.
El racionalismo, (corriente filosófica que considera la realidad ordenada y descifrable, gobernada por principios inteligibles), es la visión que caracteriza a ambos filósofos. Se entiende que Descarte fue el que fundo el racionalismo clásico en el siglo XVI y luego fue seguido por Hobbes, Leibnez y Spinoza.
La metafísica dualista que Descartes realiza constituye un acontecimiento importante, hace hincapié en la sustancia. Según la teoría metafísica existen 3 sustancias el pensamiento, la extensión (que tienen independencia relativa, ya que dependen de dios) y Dios (quien posee independencia absoluta). Por lo que respecta al hombre la polaridad res cogitans / res extensa se transforma en la oposición entre mente y cuerpo y origina el problema de sus relaciones, de la comunicación.

Para Espinosa, la sustancia es la realidad, que es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas; que existe por sí misma y es productora de toda la realidad; por tanto, la naturaleza es equivalente a Dios. “Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita”

Al afirmarse que la sustancia consta de infinitos atributos, significa que son modos de ser de la substancia. De esto infinitos atributos solo conocemos dos: pensamiento y extensión, porque son los únicos que se nos presentan de forma clara y distinta. En resumen todo esto hace que el sistema de Spinoza tenga carácter panteísta y se expresa en dos sentidos: Al establecer la diferencia entre Naturaleza Naturalizante, Dios en su esencia infinita (NATURA NATURANS: lo que da naturaleza) y Naturaleza Naturalizada, manifestaciones culturales de la esencia divina (NATURA NATURADA: lo que recibe la naturaleza). Las cosas o modos son finitas, mientras que Dios es de naturaleza infinita y existencia necesaria y eterna.
Este cambio soluciona de alguna manera los problemas de relación que plantean la distinción de res congitans y res extensa: dado que el pensamiento y la extensión son dos de los infinitos atributos de Dios, distintos e independientes el uno del otro, quedan rebajados de categoría ontologica (paralelismo de los atributos).
Con Spinoza, pues, ya no existe este problema: se puede conocer el mundo, porque el entendimiento, en tanto parte del entendimiento de Dios, es una modificación o "modo" de la misma sustancia divina, entendimiento infinito de Dios, que "piensa" su objeto extenso o cuerpo, de modo que el entendimiento puro puede "aprehender" la realidad, porque el alma, o sea la idea del cuerpo, "replica" lo que afecta a éste cuerpo. La unidad del alma y el cuerpo está justificada por la unidad de la sustancia infinita de la que son sus modificaciones finitas o modos.

Descartes había resuelto este problema meditante la teoría de la glándula pineal, un proceso de interacción, interfaz entre mente y cuerpo. La interacción mente cuerpo se lleva a cabo a partir de un proceso que puede describirse como una forma de intercambio entre la epífisis y la corteza cerebral. Los espíritus vitales que se forman en el corazón a partir de la depuración de la sangre son los que funcionan como mensajeros intermediarios. De este modo, los procesos del pensamiento pueden entenderse como la relación entre las funciones asumidas por la glándula y las terminaciones nerviosas presentes en la corteza cerebral. Esta solución se considera bastante débil, ya que se limito a proponer un modelo teórico acorde a la realidad.
Entonces tanto Descartes como Spinoza son racionalistas y otorgan un papel determinante a las matemáticas, intentando extender las ciencias del método axiomático deductivo, esto se refleja en la forma en la cual se encuentran organizados los escritos de ambos acerca de las pasiones.
Para finalizar a partir de las lecturas de los textos es evidente que

La distinción que hace Descartes sobre el alma y el cuerpo complica el tema de las emociones. Descartes plantea que las emociones nos ponen en evidencia el estado de bienestar o malestar en el cual se halla el cuerpo.
Para Descartes, el alma no mueve el cuerpo del hombre directamente sino a través de una glándula que hace parte del sistema nervioso y permite el movimiento, pero el alma se ve afectada por el movimiento del cuerpo dañando órganos como el cerebro.
A Descartes le preocupa el entendimiento, la razón.
Su propósito es proteger el alma de estas perturbaciones producidas por el cuerpo, la influencia del cuerpo sobre el alma, la pasión por encima de la razón. Descartes propone alterar nuestras representaciones de los objetos para engañar nuestro cuerpo. Por tanto el hombre cartesiano debe poseer un completo control de las propias propensiones emotivas porque su efecto siempre se manifiesta, en el nivel intelectivo, en una disminución de las capacidades de juzgar.
“ Mas algo puede hacerse siempre en tal ocasión, y creo que puedo ponerlo aquí como el remedio mas general y mas fácil de practicar contra todos los excesos de las pasiones: cuando sentimos la sangre agitada, debemos estar sobre aviso y recordar todo lo que se presenta a la imaginación tiende a engañar al alma y a hacerle considerar las razones que sirven para persuadir al objeto de su pasión mucho más fuertes de lo que pasión son, y mucho mas débiles las que tienden a disuadirla. Y cuando la persuade únicamente de las cosas cuya ejecución soporta algún aplazamiento, hay que abstenerse de pronunciar de momento ningún juicio, y distraerse en otros pensamientos hasta que el tiempo y el sosiego hayan calmado por completo la agitación de la sangre. “

En definitiva es necesario abandonar la propensión emocional
Mientras el representante del racionalismo clásico consideraba deseable llegar al gobierno de las pasiones; Spinoza se opone a separar la razón de la pasión, la mente del cuerpo, la voluntad del deseo, los afectos y las pasiones son formas de relacionarse del sujeto con sí mismo y con los otros. En este sentido reconoce que las pasiones son un fenómeno de la naturaleza, tanto en sus aspectos negativos como positivos. Pero ello no lo conduce a plantear cómo suprimirlas o dominarlas sino, por el contrario, cómo comprenderlas para tomar mayor conciencia de ellas. De esta manera, el sujeto al hacer consciente el deseo y las pasiones las transforma de fuerzas que producen pasividad y esclavitud en afectos esclarecidos por una razón apasionada
Capítulo XXXII
“De todas maneras, la potencia humana es sumamente limitada, y la potencia de las causas exteriores la supera infinitamente. Por ello, no tenemos la potestad absoluta de amoldar según nuestra conveniencia las cosas exteriores a nosotros. Sin embargo, sobrellevaremos con serenidad los acontecimientos contrarios a las exigencias de la regla de nuestra utilidad, si somos conscientes de haber cumplido con nuestro deber, y de que nuestra potencia no ha sido lo bastante fuerte como para evitarlos, y de que somos una parte de la naturaleza total, cuyo orden seguimos. Si entendemos eso con claridad y distinción, aquella parte nuestra que se define por el conocimiento, es decir, nuestra mejor parte, se contentará por completo con ello, esforzándose por perseverar en ese contento. Pues en la medida en que conocemos, no podemos apetecer sino lo que es necesario, ni, en términos absolutos, podemos sentir contento si no es ante la verdad. De esta suerte, en la medida en que entendemos eso rectamente, el esfuerzo de lo que es en nosotros la mejor parte concuerda con el orden de la naturaleza entera”

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