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sábado, 10 de enero de 2009

Razonando a Descartes (Un intento de refutación del Racionalismo Metafísico)

Introducción

Desde el año 1637, cuando fue editado anónimamente en Holanda, el Discurso del Método marcó un antes y un después en la forma de hacer filosofía. Precedido por años de conciliación de Razón y Fe, el Racionalismo propuesto por Descartes se convirtió en una herética pero subliminal manera de pensar el mundo.
Más allá de la discusión planteada alrededor de las creencias religiosas del propio Descartes, (¿era realmente creyente o sólo intentaba evitar ser condenado por la inquisición?), la conclusión de su método desemboca en un racionalismo (pues es la propia razón el único instrumento para alcanzar la verdad) metafísico (Dios es la causa primera de esa razón).
“Dios: lo último, lo más liviano, lo más vacío es situado como lo primero, como lo que se causa a sí mismo, como el ente realísimo. ¡Que triste es que la humanidad haya tenido que tomar en serio los dolores de cabeza de esos enfermos fabricantes de telarañas!”[1]. Esta sentencia del viejo Nietzsche puede asociarse a las posturas netamente anticartesianas surgidas en la modernidad, principalmente en los pensamientos de Wittgenstein y Peirce, aunque con la diferencia de que estos últimos puede enmarcarse como los representantes mas populares del llamado “giro lingüístico” en la gnoseología (Wittgenstein) y la teoría falibilista (Peirce).
Al transportar el centro de la discusión hacia los estudios del discurso, estos pensadores logran variar el ángulo con que se enfocaban las discusiones en torno a la problemática del conocimiento, desde dos posturas diferentes:

Wittgenstein propone que la teoría del conocimiento, antes de preocuparse por fijar el alcance y límites del conocimiento humano, puesto que el conocimiento mismo se expresa en oraciones, y antes de poder decir si son verdaderas o no, lo que debemos hacer es poder determinar si son significativas, esto es, si tienen sentido[2].
Peirce y su legado plantearon las bases para elaborar dos corrientes de pensamiento: las basadas en la duda-creencia (de tradición Cartesiana) y el modelo del conocimiento falible basado en la creencia-duda, modelo netamente peirciano, parafraseando a Lorenzano.[3]

Tanto la filosofía de Peirce como la de Wittgenstein constituyen intentos diferentes por desarrollar una teoría del conocimiento anticartesiana. ¿Cuál de dichos intento resulta más drástico, más efectivo? ¿Cuál conserva menos rasgos cartesianos? Sospecho que el modelo de Peirce resulta ser mayormente combativo del Racionalismo Metafísico y Catolicista de Descartes.
Las siguientes líneas razonarán sobre los aspectos fundamentales de ambas teorías, intentando entrecruzarlas, compararlas y enriquecerlas con aportes de las teorías psicosociales de base materialista[4], con el objetivo de intentar responder los interrogantes planteados en el párrafo anterior.
¿Logrará la razón refutar al propio racionalismo? A continuación dicho emprendimiento queda a consideración del lector.

Capítulo I: Refutación del “Lenguaje Privado”

Uno de los principales puntos en que puede ser atacado el solipsismo cartesiano es el referente al “corte” que intenta realizar entre subjetividad (mundo interno) y contexto socio-histórico (mundo externo).
El primer precepto que Descartes propone en su método es fácilmente refutable: “(…) no recibir jamás por verdadera cosa alguna que por medio de la evidencia no la pudiera establecer como tal; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, y que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda”.[5]
Resaltemos la frase “nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, y que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda” ¿Y el lenguaje? Descartes parece olvidarse de que, aún aunque lograse la “misión imposible”[6] de despojarse de todo los juicios no evidentes, nunca podrá despojarse del propio lenguaje, puesto que sin lenguaje, se torna imposible el desarrollo de la conciencia.[7]
“Lenguaje privado” es cómo Lorenzano define, siguiendo a Wittgenstein, el intento de Descartes de sólo recurrir a su propia conciencia como principio irrefutable de verdad, en oposición a la consideración del lenguaje como un primitivo e inevitable lazo social que antecede a todo intento de reflexión introspectiva.
Wittgenstein afirma que es imposible hablar de lenguaje privado, y mucho menos sería posible establecerlo como criterio de evidencia. Si el lenguaje privado, interno, sólo es accesible a mí mismo, yo mismo me convierto en el juez de mi propias afirmaciones, es decir, puedo establecer como “evidente” una verdad que sólo es evidente para mí mismo, siendo al mismo tiempo productor y juez del conocimiento.
Explicado en términos del propio Wittgenstein, diremos que “hablar un lenguaje implica seguir algún tipo de regla acerca de cómo deben usarse las palabras de dicho lenguaje, (…) pero si yo soy la única autoridad nunca sabré si me he equivocado o no: ¡lo que sea que piense, va a ser correcto, justamente porque soy la única autoridad en la materia! (…) La conclusión es obvia: la idea de que una regla pueda ser comprendida y seguida por una única persona es ininteligible. Entonces, la idea misma de “lenguaje privado” es igualmente ininteligible, y por ende es ininteligible una teoría del conocimiento basada en el estudio de representaciones privadas.”[8]
Es absurdo intentar razonar inmersos en el más profundo solipsismo, y en el caso de hacerlo, los argumentos que pudieran esgrimirse en medio de ese contexto, aislado del contacto con la realidad y sin más criterio de evidencia que la propia subjetividad, carecen de profundidad, interés y relevancia para el resto de los mortales. Descartes mismo lo afirma: “mi propósito, pues, no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de seguir para conducir bien su razón, sino sólo mostrar de que modo yo he procurado conducir la mía”[9] ¿Acaso los lectores de Descartes y sus posteriores interpretes nunca lo entendieron realmente? Descartes afirma que su método sólo es válido para él, al menos que el nombrado párrafo haya sido interpretado como una muestra de falsa modestia.
Recapitulando lo enunciado en este apartado, diremos que el Racionalismo Metafísico Cartesiano queda refutado por Wittgenstein y la Lingüística Materialista[10] cuando enfocamos el Discurso del Método desde una perspectiva que incluye la dimensión del lenguaje, por dos razones:
a) El lenguaje privado no existe, ergo, resulta imposible una teoría del conocimiento basada en representaciones privadas (Wittgenstein).
b) El ser social determina la conciencia, la conciencia sólo es posible a través de un lenguaje, todo lenguaje se adquiere socialmente y resulta imposible desprenderse de éste a la hora de despojarnos de lo que no sea “autoevidente” (Lingüística Materialista).

Pero los argumentos en contra del pensamiento cartesiano no concluyen acá. Veamos lo que Peirce tiene para decir al respecto.

Capítulo II: Peirce: la voz del anticartesianismo

Los argumentos que más fuertemente atacan la tradición artesiana, son presentados por Peirce en el texto “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades”, pero su obra “El Establecimiento de la Creencia” también versa en este sentido.
En un fragmento de dicha obra, Peirce anuncia: “algunos filósofos han imaginado que para comenzar una investigación sólo era necesario formular una pregunta o escribirla en papel; ¡e inclusive nos han recomendado que comencemos nuestros estudios cuestionándonos todo! Pero el mero hecho de poner una proposición en forma interrogativa no estimula la mente a ninguna lucha en pos de la creencia. Debe existir una duda real y vital, y sin todo esto la discusión es ociosa”.[11] Estas palabras hacen explícita alusión al método de Descartes, quién en su Discurso se hallaría más predispuesto a presentar una linda retórica y sacar a relucir su incipiente ingenio ante las autoridades académicas de la época que a proponer un verdadero método científico.
En “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades” se encuentra otro párrafo que discurre en el mismo sentido: “no finjamos dudar en filosofía lo que no dudamos en nuestros corazones”[12].
Las “dudas” planteadas por Descartes, lejos de ser verdaderas dudas filosóficas que gocen de profundidad conceptual, representan un intento de manifestar su capacidad analítica en función de un objetivo mucho más personal: impresionar con su verborragia y sagacidad a las autoridades académicas de turno. “No podemos comenzar con una duda completa”[13], afirma Peirce, puesto que es menester partir de algunas creencias primeras para poder arribar a algún conocimiento posterior: “el objeto de razonar es encontrar, a partir de la consideración de lo que ya conocemos, algo más que no conocemos. Consecuentemente, el acto de razonar es bueno si es tal que nos da una conclusión verdadera a partir de premisas verdaderas, y no de otra manera”.[14]
Aclarado este aspecto (la necesidad de premisas como punto de partida) y prosiguiendo con el hilo del razonamiento planteado, surge un nuevo interrogante:[15] ¿cuál es el punto de partida del razonamiento cartesiano? ¿Será refutable? Para saberlo, continuemos con la exposición.
En el mismo texto, Peirce agrega: “hay muchos hechos que el cartesianismo no sólo no explica sino que vuelve absolutamente inexplicables, a menos que decir que “Dios los hace así” sea visto como una explicación.”[16]
La crítica nietzscheana, abordada en la introducción del presente trabajo, discurre en este sentido: justificar todo un sistema de pensamiento con una solución metafísica torna irracional el razonamiento planteado. Recurrir a Dios como explicación de todo aquello que no sabe como explicar es un recurso típico de los seres humanos, pero resulta inaceptable en el ámbito del discurso filosófico científico.
“Pues no siendo Dios falaz, se sigue necesariamente que no estoy equivocado en esto”[17] es una de las frases finales que Descartes ofrece en sus Meditaciones Metafísicas, acentuando el carácter religioso de su “razonamiento”. Dios no es criterio científico de evidencia, puesto que aceptar esa premisa significaría caer en una postura de corte escolástico o retroceder siglos en la historia del pensamiento humano revirtiendo el famoso paso del mito al logos realizado en la Grecia antigua por los primeros filósofos[18]. Lamentablemente, Descartes no tuvo la oportunidad de que Nietzsche le soplara al oído “Dios ha muerto”, para que, aunque sea, Descartes pudiera haber sospechado la posibilidad de que Dios no exista.
En el Establecimiento de la Creencia Peirce agrega: “el criterio cartesiano (…) se reduce a esto: “Cualquiera sea aquello de lo que yo esté claramente convencido, es verdadero””[19]. En este punto podemos realizar un entrecruzamiento con lo ya denunciado por Wittgenstein: “si yo soy la única autoridad nunca sabré si me he equivocado o no: ¡lo que sea que piense, va a ser correcto, justamente porque soy la única autoridad en la materia!”[20]
No podemos nosotros mismos, a partir de nuestra subjetividad, elaborar criterios de verdad, pretendiendo que nuestra individualidad se convierta en una norma para los demás. Esta crítica estaría más direccionada hacía los cartesianos que nunca entendieron realmente a Descartes, que hacia el propio Descartes (ver página 4).
“La filosofía debería imitar a las ciencias exitosas en sus métodos. (...) Sus razonamientos no deberían formar una cadena que sea más fuerte que su eslabón más débil, sino un cable cuyas fibras pueden ser finas, siempre y cuando sean suficientemente numerosas e íntimamente conectadas”.[21]
En este punto, Peirce no sólo ataca contra Descartes sino que su crítica puede hacerse extensiva a toda la filosofía: es necesario un criterio uniforme, un método único que permita que la filosofía presente un cuerpo coherente de saberes críticamente fundados e interrelacionados entre ellos. De nada sirven los conocimientos aislados, los razonamientos dispares, las pretensiones dogmáticas que esterilizan al saber filosófico.
Finalizando su texto “Algunas Consecuencias de Cuatro Incapacidades” Peirce propone cuatro negaciones básicas de los postulados cartesianos. A continuación y finalizando esta sección del trabajo, analizaremos brevemente cada uno de ellos, relacionándolos con los postulados básicos de la teoría materialista de la Psicología Social.

1. No tenemos poder de Introspección, sino que todo el conocimiento del mundo interno se deriva por razonamiento hipotético de nuestro conocimiento de hechos externos.[22]
Si concordamos en que el ser social determina la conciencia[23], el proceso de introspección no es más que una investigación realizada sobre las estructuras sociales internalizadas en la propia conciencia. Lo que podemos llegar a conocer dentro de nosotros es una apropiación instrumental de las relaciones dialécticas acaecidas entre el contexto socio histórico y nuestra subjetividad.

2. No tenemos poder de Intuición, sino que cada cognición está lógicamente determinada por cogniciones previas.[24]

Hablar de intuición es cometer un error: lo que consideramos “intuición” no es más que un proceso de relación de las experiencias previas y sus pertinentes cogniciones con las nuevas experiencias que se presentan ante el sujeto (cada suceso nuevo se significa de acuerdo a las matrices internalizadas que ya posee el sujeto).

3. No tenemos el poder de pensar sin signos.

En este punto, la posición de Peirce se acerca un poco al giro lingüístico propuesto por Wittgenstein: no podemos pensar sin lenguaje (conjunto ordenado de signos), por lo que resulta imposible despojarse de todo saber previo para poder “razonar” al mejor estilo cartesiano.

4. No tenemos el concepto de lo absolutamente incognoscible.

Para Peirce, no hay nada que no pueda llegar a conocerse y, por lo tanto, no hay saber que pueda fundamentarse en nociones metafísicas o esencialitas (como recurrir el concepto de Dios, por ejemplo)
Con todo, la exposición resulta suficiente como para arrojar algunas conclusiones. Veamos cuales son.

Conclusión: Cogito, ergo refutum

A lo largo de las líneas precedentes, se intento graficar, a grandes rasgos, los principales conceptos de las teorías de Ludwig Wittgenstein y su giro lingüístico y la postura falibilista de Charles Sanders Peirce, ambos enmarcados dentro de las posturas anticartesianas.
Con lo expuesto, resulta evidente la claridad de los conceptos planteados por ambos, pero el modelo de Peirce es el que posee mayores argumentos, mejor justificados teóricamente y mayormente profundizados en contra del Método de Descartes.
Descartes, el padre del Racionalismo moderno, sentó las bases para su propia refutación: si se “razona” su teoría racionalista, se acaba por refutarla.
Un gran legado histórico de pensamientos filosóficos se alinean dentro del pensamiento cartesiano: “la filosofía de Descartes fue enormemente influyente en la teoría del conocimiento posterior, ya se trate de empiristas, racionalistas o kantianos. No resulta una exageración decir que toda la filosofía de la modernidad tiene la impronta de algunas de las ideas básicas de Descartes”.[25]
Sin embargo, el cartesianismo debe ser muy bien analizado, críticamente “racionalizado” para evitar caer en posturas solipsistas o reduccionistas de la verdad.
Apelando al humor y la ironía, Descartes debería haber redactado sus cuatros grandes principios de la siguiente manera:
1- No recibir jamás por verdadera cosa alguna que por medio de la evidencia no la pudiera establecer como tal, a excepción del lenguaje, los dogmas religiosos, las creencias básicas para llevar a cabo todo conocimiento, etc…
2- Dividir cada una de las dificultades en cuantas partes fuere posible y en las que sean requeridas para su mejor resolución, o… hasta dónde el ingenio alcance.
3- conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, procediendo por grados, hasta el conocimiento de los más complejos, para arruinar todo el proceso justificando Metafísicamente el análisis en la Divinidad de Dios.
4- Hacer en todos los pasos anteriores unas recensiones tan completas y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no haber omitido nada… nada que no me convenga omitir.

La conclusión, elaborada por Wittgenstein, Peirce y yo: cogito, ergo refutum. Es decir: pienso, luego refuto.
La razón refuta al Racionalismo Cartesiano Metafísico.

JUAN PABLO ALBA
NOTAS:

[1] NIETZCHE, Friedrich. El Ocaso de los Ídolos. Ed. Gradifco. Pág. 58.
[2] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[3] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[4] En este aspectos se tomarán algunos aportes realizados por el Materialismo Histórico así como también parte de los postulados de la Psicología Social.
[5] DESCARTES, René. Discurso del Método. Ed. Gradifco. 2003. Pág. 28
[6] La idea de la imposibilidad de despojarse de todo prejuicio será analizada en profundidad más adelante.
[7] Afirmación realizada siguiendo las teorías psicosociales de la lingüística rusa, planteada por autores como Voloshinov y Gorsky, entre otros.
[8] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[9] DESCARTES, René. Discurso del Método. Ed. Gradifco. 2003, Pág. 17
[10] La “Lingüística Materialista” persigue la sentencia de Karl Marx efectuada en el conocido “Prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política” de Engels, que enuncia “el ser social determina la conciencia”.
[11] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[12] Ídem anterior.
[13] Ídem anterior.
[14] Ídem anterior.
[15] ¿No es acaso fascinante la Filosofía? De una certeza surge una duda, y de esa duda una nueva certeza, y así sucesivamente. ¡Maravilloso!
[16] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[17] DESCARTES, René. Meditaciones Metafísicas. Ed. Gradifco. 2003, Meditación Sexta, Pág. 158
[18] “Toda religión se funda en una cosmogonía originaria, basada en un mito fundacional que ordena y significa el mundo”. Tomado de ELIADE, Mircea. Lo Sagrado y lo Profano. Ed. Paidós.
[19] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[20] Se sugiere ver las páginas 3 y 4 de la presente monografía.
[21] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[22] Ídem anterior.
[23] Ver “Lingüística Materialista” (Nota al pie Nº 10)
[24] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo V, Unidad I.(Apuntes de cátedra)
[25] LORENZANO, César. Teoría del Conocimiento, Módulo IV, Unidad I.(Apuntes de cátedra)

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